Una de las cosas que siempre había querido hacer era estudiar en el extranjero una temporada larga. Obviamente, tomarse un año sabático no siempre es fácil, así que al final opté por estudiar inglés durante tres semanas en Toronto en el año 2007.
Para preparar una estancia de estudio en el extranjero lo primero que hay que hacer es elegir un destino y un idioma. Yo decidí estudiar inglés en Canadá porque este país siempre me había atraído como lugar ideal para estudiar o vivir. Además, el hecho de que el dólar canadiense fuera más barato que el americano acabó decantando mi elección. Yo tenía muy claro que quería estudiar en Norteamérica, aunque el billete de avión siempre es mucho más caro que si se viaja a Europa. En este sentido, una opción interesante para estudiar inglés es Londres.
Una vez sepamos qué destino nos gusta y se ajusta más a nuestro presupuesto, tenemos que buscar escuela y alojamiento. Lo más práctico es hacerlo a través de una agencia especializada en viajes lingüísticos, como por ejemplo (www.esl.com.co). En este caso, la agencia se encarga de organizar tanto las clases como el alojamiento y, si se quiere estudiar una temporada larga, también ayudan a tramitar los visados.
Cuando llegó el momento de escoger el alojamiento, lo tuve bastante claro: prefería mucho más una residencia que convivir con una familia. Las dos opciones tienen sus pros y sus contras. Por un lado, si se decide hacer el curso durante los meses de julio y agosto, lo más probable es que la mayoría de los estudiantes sean españoles y en la residencia casi todo el tiempo se hable en el idioma patrio. En cambio, residir con una familia puede ser una gran iniciativa siempre y cuando esté implicada con el estudiante. De todas formas, mi consejo es que si os gusta ser más independientes y hacéis el curso fuera de los meses de verano, optéis por la residencia, ya que fuera de verano el ambiente internacional suele ser mayor y seguiréis practicando el idioma una vez fuera de clase. Si no tenéis más opción que viajar en verano, lo mejor es la opción home-stay, porque así seguro que tendréis una inmersión lingüística total.
En mi caso, terminé por alojarme en una residencia compartiendo habitación. Allí hice muy buenas migas con mi compañera de habitación Serena, una china italiana, y también con Megumi, una chica japonesa con la que volví a coincidir en Osaka al año siguiente durante nuestro viaje por Japón.
Tengo un recuerdo muy especial de ese viaje, ya que fue único en todos los sentidos. Me gustó porque cada mañana hacíamos las clases en la facultad del Victoria College, que tiene un entorno muy bonito y, además, me alojé en la residencia Margaret Addison Hall, perteneciente a la misma facultad y que se alza justo en frente de la facultad, de modo que para ir a clase, solo tenía que cruzar la calle. También fue muy cómodo porque tanto la universidad como la residencia están en el centro de Toronto, exactamente entre las calles Queens Park y Bloor, y esta última vendría a ser como el Paseo de Gracia de Barcelona o el Paseo de la Castellana de Madrid, un eje comercial con las mejores tiendas y un montón de restaurantes.
Quizás os estéis preguntando si aprendí algo con tanto conocer gente y visitar Toronto. Pues sí, durante esas tres semanas aprendí muchísimo, no solo por las cinco horas diarias de clase de 9 a 15h, con una parada para comer de una hora a las 12h, sino también por todos los ratos que compartí con otros estudiantes en ocasiones especiales o durante el día a día, como por ejemplo al ir a comprar al súper, al ir al cine o incluso al ir a depilarme y hacerme la manicura. Como me dijo mi profesor: eso eran clases de «real English» y es precisamente en esos momentos cuando de verdad te espabilas para comunicarte en inglés correctamente, o al menos así fue en mi caso.
Otra de las cosas positivas este viaje para aprender inglés es que la escuela se encargaba de organizar actividades para los estudiantes: entre semana visitas por Toronto y los fines de semana excursiones para explorar la zona este de Canadá. Como estuve tres semanas, aproveché para ir un fin de semana a Quebec, Montreal y Ottawa y otro para ir al Algonquin National Park y más tarde a las cataratas del Niagara y al bonito pueblo de Niagara-on-the-lake. También organizaban excursiones a Nueva York, pero yo no la hice porque tenía un plan mejor: al finalizar el curso me fui una semana a la gran manzana para culminar una de las mejores, y más largas, vacaciones que he disfrutado nunca.
En definitiva, un viaje lingüístico es una oportunidad excelente. Por un lado, permite mejorar el dominio de un idioma y conocer la vida y costumbres de un país más a fondo y, además, ofrece una buena oportunidad de conocer a gente de todo el mundo.
Siempre fue una asignatura pendiente el aprender idiomas en un país. Pude hacerlo mediante una erasmus, pero finalmente no me animé. Gracias por compartir tu experiencia en ese gran país.
Saludos.
Los viajes que estan pensados para aprender son los mejores!
Jeje Tú y yo hoy nos hemos puesto de acuerdo para recordar los viajes lingüísticos a Canadá. Sin duda, es la mejor forma de aprender idiomas y aprender a ser más tolerante. Cuando volvía del viaje, mi madre siempre me decía que habia crecido. Supongo que durante esos veranos maduraba a marchas forzadas 🙂
Isabel, eres una caja de sorpresas. No tenía ni idea de que habías hecho un viaje a Canadá para aprender inglés. Sin duda es una opción muy buena para meterte de lleno en el idioma y también para espabilarte en general.
Me ha gustado mucho esta entrada.
Un saludo 😉
Los viajes lingüísticos son lo mejor para aprender un idioma. Nunca he realizado uno como alumna, pero sí que he hecho 4 como monitora de grupos de adolescentes españoles (3 en UK y 1 en USA) y todos fueron experiencias maravillosas tanto para mi como para ellos. La parte buena de ser monitora es que el viaje me salió gratis… y que tenía mucho tiempo libre 😉 Ah, y que hice amistad con los profesores y monitores de cada país que todavía hoy conservo.
Un abrazo
Sin duda es una oportunidad excelente para conocer nuevas culturas e idiomas, pero también para conocer tus límites, superarlos y madurar con ellos. Me parece una idea que todos debemos compartir. Saludos!
Mi asignatura pendiente: estudiar en el extranjero, tengo que conformarme con los 15 días que fui a un instituto en Brighton, al sur de Inglaterra, cuando tenía 18 años pero me gustaría haber podido hacer algo más extenso 🙁
Saludos,
Hola Isabel,
El inglés el famoso caballo de batalla de los españoles…
Recuerdo cuando era pequeñito que mis padres me mandaron un verano a Bray, un pequeño pueblo muy cerca de Dublin, qué mal lo pasé, recuerdo como tachaba en el calendario los días que me quedaban para regresar a casa…Y de inglés no aprendías nada aunque estabas con una familia irlandesa, a la salida te reunías con los españoles y claro a hablar en español.
Saludos
Varios veranos estuve a punto de ir a estudiar fuera pero al final siempre prefería irme al pueblo a ver a mis amigos, tiene que ser una experiencia única y para recordar siempre!!! Un abrazo. 😉
Carmen y yo nos lo estamos planteando para el verano que viene e incluso irnos una temporada fuera a UK para perfeccionarlo.
A mi me gustaría, especialmente porque de lo que doy clases es de alemán y japonés. Me vendría bien practicarlo más a menudo, que salvo en los viajes o al leer algo por internet, necesitaría dialogar más 🙂
Desde luego que hiciste bien en hacer algo así, es algo que se agradece luego.
Saludotes!!!!
Me gustó leer de tu interés en estudiar en el extranjero! Que sepas que estas bienvenida en Boston cuando quieras.
Saludos.
si señora, un aprendizaje con mayúsculas!! Yo estuve viviendo año y medio en Londres trabajando y estudiando y ha sido una de las experiencias que más me han marcado en la vida!!! Hay que salir a aprender y vivir nuevas experiencias!! Un abrazo