Pobre Madrid, cómo quedó después de que lo pisáramos MUY BIEN PISADO durante seis horazas de duro deambular y ver cosas. Vamos allá. Salimos de Atocha y me sorprendió un extraño edificio que se veía por allí delante. Fuimos para allí y resultó ser el Museo Reina Sofía. Delante vimos un puesto de información turística donde una amable señora de Jaén con acento extremeño nos proporcionó un mapa de la ciudad y la zona general a la que dirigirnos para ver cosas interesantes (básicamente nos señaló dónde estábamos y rodeó con un boli la zona del Palacio Real). Me pregunto si envían a todos los turistas hacia allí porque hay más espacio o si, según van llegando, los envían a distintas zonas turísticas para congestionar menos la capital.
Sea como sea, subimos por una calle larga hasta llegar ante el Congreso de los Diputados y por el camino vimos un museo CaixaForum con una fachada peculiar hecha a base de plantas vivas. Hicimos nota mental de que había una exposición sobre un artista que nos gusta mucho (Alfonse Mucha) y seguimos andando.
Después del Congreso llegamos por la Carrera de San Jerónimo (por la acera con sombra) hasta la Plaza del Sol, que estaba en obras (los madrileños dicen que, en verano, el alcalde busca tesoros por la ciudad). Atravesamos la Plaza fijándonos en el Museo del Jamón (aunque hay muchos) y seguimos por la calle Mayor. Llegados a este punto, nos percatamos de que la esencia básica en cuanto a arquitectura antigua de Madrid son las casas con balcón estrecho y marco del mismo pintado de blanco más tejado de tejas. Muy bonito.
Buscábamos una churrería donde desayunar, ya que, a todo esto, acababan de dar las 10 de la mañana (!). No estaba claro su paradero exacto pero, siguiendo la intuición viajera, la encontramos muy rápido. En la Churrería de San Ginés hicimos una parada técnica para llenarnos el estómago de buen chocolate espeso y porras. Hay una placa en la entrada, según la cual, por este local pasa Max Estrella en la novela Luces de Bohemia de Valle-Inclán.
Satisfechos, reemprendimos la marcha y llegamos en apenas unos pasos a la Plaza Mayor, que es muy amplia y muy impresionante. Luego optamos por seguir prácticamente al azar una de las múltiples calles que parten de esta plaza y nos topamos con la Colegiata de San Isidro, una iglesia de estas barrocas y recargadas. Luego pasamos casualmente por delante de la Taberna del Tuerto de las novelas del Capitán Alatriste, y después por otra taberna curiosa: La Taberna de las Conspiraciones, donde se sirven «conspiraciones variadas, entre otros platos». Las dos cerradas, claro, porque al fin y al cabo estábamos en agosto.
Finalmente corregimos el rumbo y llegamos ante nuestro destino inicial: la Catedral de la Almudena y el contiguo Palacio Real, donde nos hicimos la foto obligada ante la reja. Llegados a este punto, nos planteamos por dónde seguir. Todavía quedaba mucha mañana y el tren no salía hasta las 5 de la tarde, así que decidimos seguir pateando en dirección al templo egipcio de Debod. No tenía muchas ilusiones respecto a esta visita, pero había visto este templo pequeño en una película seria de Alfredo Landa en la que hace de investigador privado, y fui solo para ver si era como aparecía en la peli. El templo era realmente pequeño, pero dentro había bastantes cosas para ver. Además, descubrimos que proviene del mismo valle del que sacaron los templos de Abu Simbel antes de hacer la presa de Asuán, lo cual siempre es acongojante. Por entre los pasillos estrechos con relieves egipcios tuve la infantil idea de que sería divertido jugar al escondite en ese edificio, porque está medio oscuro y tiene pasadizos por aquí y allá. Como caía un sol de justicia, al salir del templo nos sentamos un rato en un banco del parque a la sombra como dos viejetes e hicimos un descansito. Entonces volvimos a la Plaza de España por la que habíamos pasado para llegar al templo de Debod y a partir de ahí empezamos a recorrer la Gran Vía, una calle ancha con muchas tiendas, teatros y cines, aunque algo fea y ruidosa.
Para alejarnos del mundanal ruido, nos internamos en el barrio de Chueca, que es más alternativo, había sombra y, sobre todo, silencio por ser domingo y agosto. Al cabo de un rato volvimos a la Gran Vía y llegamos ante la Plaza de la Cibeles. Aquí ya estábamos tan derrotados física y moralmente que nos sentamos en un banco a comernos un helado. Y entonces nos dimos cuenta de que cuando vas cansado, está muy bien sentarte, pero después cuesta mucho levantarse de nuevo… Haciendo esfuerzos, bajamos por el Paseo del Prado y volvimos a pasar por delante del museo CaixaForum. Esta vez entramos atraídos por el aire acondicionado, la gratuidad de su entrada y la anteriormente mencionada exposición sobre Mucha.
Finalmente, hacia las 3 de la tarde llegamos de nuevo a nuestro punto de partida y nos sentamos en la terraza del bar Brillante a comernos un tradicional bocata de calamares. El Brillante está considerado el mejor lugar para comerlos, ¡y la verdad es que estaban muy buenos!
Datos básicos:
1. Billete de metro del aeropuerto al centro (estación de Atocha): 2€
2. Taquilla mediana (caben dos maletas pequeñas)en la Estación de Atocha: 3,5€
3. Desayuno en la Chocolatería San Ginés (Entrada por Calle Mayor con Calle de los Coloreros): taza de chocolate (2€), ración de porras (1,25€) y ración de churros (1,25€) (Chocolate impresionante, pero churros insulsos)
4. Bocadillo de calamares en la terraza de El Brillante (Plaza Emperador Carlos V 8, delante de la Estación de Atocha): 6€!!! (En barra 5€)
Haber repasado Madrid en cinco horas: no tiene precio (aunque acabamos hechos polvo).
Fiu! Un dia a Madrid ben aprofitat!! Cibeles, la Almudena, el Reina Sofía, Chueca,… i churros i bocatacalamares, l’essència de Madrid, toma ya!!
Jo precisament tinc pendent provar el bocatacalamares… a veure si amb l’AVE m’animo a tastar-lo algun dia 😉
Doncs si vas, has d’anar al Brillante. És el lloc famós pels seus entrepans.
També pots fer una escapada amb vueling que és més econòmic!!
Tsu!!!!!! Cuando yo esté por Barcelona tenemos que hacer una escapada de finde-vueling a cualquier sitio, ok?
Qué ricos los bocatas. Me acuerdo cómo me sorprendí la primera vez que oí hablar de bocatas de calamares, hace ya muchos años, claro. Ahora viviendo en Japón, donde aunque los bocatas de "pan de verdad" brillan por su ausencia hay sandwiches de todo lo imaginable, ya nada me sorprende…Desde el sandwich de yogurt con fresas hasta los más típicos de espaguetis o yakisoba, creo que ya lo he probado todo!! La verdad es que la mayoría de combinaciones raras acaban gustandome…pero lo del pastel de nata con tomatitos en lugar de fresas, y las crepes de macarrones todavía me superan 😉
¿Pastel de nata con tomate cherry? Por favor que guarrada!!!!
¿Pero cómo no conocía yo tu blog? Lo acabo de descrubrir a través del blog de Fran y me ha encantado. Como soy madrileña me hago la idea perfectamente del palizón que os distéis, porque eso en otoño o primavera vaya que vaya pero en pleno agosto… Enhorabuena por el blog, me hago vuestra seguidora. Saludos!
Buenas! 😀
Me alegra que te haya gustado el blog! 😀
La verdad es que fue muy cansado pero peor fue el año pasado que pateamos Sevilla un 5 de agosto a las 2 de la tarde. Eso fue de locos! XD
Si quieres podemos hacer un intercambio de links en nuestros blogs! 😀
Jueis, si es que lo bonito del Templo de Debod, aparte del mismo templo, son los atardeceres… Pero claro, si te vas a las cinco de la tarde, ¡ni los hueles! xD
Hola Sonia!
Bienvenida! \(^o^)/
La verdad es que pateamos de lo lindo ese día y el templo de Debod es muy bonito, no tuvimos la oportunidad de quedarnos para el atardecer, pero me lo apunto para la próxima vez.
Saludos,
Que lindo Madrid quiero volver ya a comer churros con choccolate. Un beso, Maria