«Esos picos nevados en una parte desconocida e inexplorada de Perú me fascinan enormemente. Me tientan a ir y ver que hay más allá.»
Hiram Bingham.
Esos picos, que no estaban nevados ese día, nos recibieron con su magnificencia a las cinco de la mañana. A pesar de ser tan pronto, no éramos los primeros en la larga cola de los que aguardábamos el turno para subir a los autobuses que nos llevarían hasta la cima del Machu Picchu. El alba despuntaba entre aquellos enormes picos cubiertos por una niebla espesa que, si cabe, los hacían aún más misteriosos. Como contrapunto a ese misterio, se oían por todos lados los sonsonetes de los vendedores ambulantes que ofrecían de todo material y alimento a los cientos de turistas que esperaban pacientemente a que los autobuses entraran en funcionamiento.
A las cinco y media en punto, el primero de los autobuses se puso en marcha, nosotros entramos en el tercero. Por el camino que zigzagueaba montaña arriba, fuimos adelantando a los visitantes exhaustos que habían decidido subir andando, seguramente sin saber que una vez en la zona arqueológica les esperaba aún más ejercicio físico.
No se sabe a ciencia cierta cuál era la función de la ciudad de Machu Picchu ni por qué fue abandonada y olvidada en el tiempo hasta que el explorador estadounidense Hiram Bingham la «descubrió» por mera casualidad. El señor Bingham provenía de una familia rica venida a menos. Creció en Hawái y estudió, entre otras, en la universidad de Yale, donde acabó siendo profesor. Es durante esa etapa cuando, gracias a la ayuda de algunos de sus estudiantes más adinerados, se embarcó en una nueva expedición a Perú, que la facultad no quiso patrocinar, para intentar localizar Victos, la ciudad adonde se retiraron algunos de los últimos incas tras la conquista española. La expedición fue un éxito: Hiran Bingham no solo encontró Victos, sino también Machu Picchu.
Melchor Arteaga, un agricultor de la zona, le explicó a Bingham que cerca del campamento del explorador había unas ruinas. Pensado que quizás este conocimiento se basaba en leyendas y rumores, al día siguiente Bingham acompañó a Melchor con pocas expectativas, pero al llegar, se topó con la excepcional ciudad inca. Aunque la gente del lugar ya la conocía y algunos hasta cultivaban allí, ninguno de ellos era consciente de su importancia. Por eso se dice que Hiram Bingham fue el «descubridor científico» de Machu Picchu.
En la puerta de entrada al recinto de Machu Picchu había mucha expectación entres los visitantes que íbamos bajando de los autobuses. Allí pasaporte en mano iban entrando a toda prisa para ser los primeros, mientras iban sorteando los guías que ofrecían sus servicios. A nosotros se nos acercó Nérida, que nos dijo que por 150 soles nos hacía una visita guiada completa por las ruinas. Nos apetecía conocer un poco más a fondo la historia del lugar, pero el precio era un poco caro, por lo que al final acordamos que buscaría otros clientes para compartir la visita. Por suerte, conocimos a Fernando, un fotógrafo español con el que compartimos la visita a las ruinas.
Para empezar subimos hasta la cabaña del Guardián de la Roca Funeraria, que es el punto donde se saca la foto más emblemática de Machu Picchu. No obstante, a esa hora de la mañana toda la zona arqueológica estaba cubierta por un velo de niebla densa y apenas se veía nada. Tengo que reconocer que me llevé un gran chasco, porque si la cosa seguía así, más que ver Machu Picchu tendríamos que intuirlo, y la idea no me gustaba nada. Nérida se percató de mi preocupación, porque seguramente debía llevar la palabra «decepción» tatuada en la frente, y me aseguró que sobre las diez de la mañana la niebla se levantaría.
Luego visitamos los baños ceremoniales, el templo del sol, la tumba real, la plaza sagrada, el templo de las tres ventanas, el templo principal, la casa del sacerdote supremo, la «sacristía», la Intihuatana, que es el mayor santuario de la zona arqueológica, el Intipunku y la plaza central, donde había dos llamas haciendo de cortacésped.
El templo del sol, de planta semicircular, se considera el observatorio solar más importante de Machu Picchu. Tiene dos ventanas que miden el solsticio de invierno y servía para hacer ceremonias al astro rey como sacrificios de animales para predecir el futuro. Debajo del templo del sol hay una gruta que Bingham bautizó como la tumba real y donde se dice que se encontraba la momia de un inca, que se consideraba el hijo del sol.
En la parte central de la pared delantera del templo de las tres ventanas hay una piedra labrada con tres escalones que representa la cruz chacana típica incaíca. Este símbolo representa el universo tal y como lo veían los incas, formado por tres planos: el Hanan Pacha (el mundo celestial), el Kai Pacha (el mundo terrenal) y el Uku Pacha (el inframundo).
La Intihuatana es una roca labrada que fija el equinoccio de primavera, fecha en el que al mediodía el sol no proyecta ninguna sombra sobre la roca. Esto parece indicar que sirvió de observatorio solar.
Milagrosamente, a la hora que pronosticó Nérida, la niebla se levantó y pudimos disfrutar de todo el esplendor de Machu Picchu. Volvimos a subir a la Caseta del Guardián para ver las vistas. Fue un momento sobrecogedor. Las ruinas en sí no son nada del otro jueves. No me malinterpretéis, seguro que algún amante de Machu Picchu dejará de seguirme en Facebook tras leer esto, pero comparadas por ejemplo con el coliseo de Roma o las ruinas de Uxmal en México, la arquitectura de Machu Picchu no es tan excepcional. Lo que me dejó sin palabras fue la localización donde está construida la ciudad, rodeada de montañas verdes, tan grandes e imponentes que empequeñecen la ciudad. Los que sigáis mis relatos sabréis que no soy una persona espiritual (leed si no mis reflexiones sobre Varanasi). No creo en rayos cósmicos ni en ángeles caídos del cielo, pero tengo que reconocer que Machu Picchu tiene algo, no sabría definirlo, pero todas esas casas en lo alto de la montaña rodeada de un estrecho valle me tocaron la fibra.
A las nueve y media de la mañana terminó la visita y nos dispusimos a subir por un sendero hasta la cima del Huaynapicchu, esa montaña que se ve al fondo de las ruinas. Hay dos turnos, uno a las siete de la mañana y otro a las diez. Durante el primero la niebla no deja ver nada, así que escogimos el segundo. Firmamos el libro de control de visitantes que custodia el camino de ascenso (cosa que hizo que se formara una cola de media hora para acceder) y junto con Fernando emprendimos la subida. Enseguida vimos que no iba a ser fácil. Entre el calor que empezaba a apretar, la altura y el camino que era bastante arduo, la ascensión se volvió complicada. Lo que no esperaba es que tras media hora de camino me entraran unas ganas irrefrenables de ir al baño. Fue un despiste. Llevaba más de cuatro horas sin ir al baño, todo un récord en mí, así que necesitaba evacuar líquidos cuanto antes.
Contemplé la posibilidad de internarme entre la maleza, pero la subida del Hyuanapicchu está más transitada que Las Ramblas de Barcelona y servidora aun guarda un poco de decoro. Tras meditarlo, llegué a la conclusión de que no iba a soportar una hora de subida más otra hora y media de bajada hasta el baño, que por cierto está fuera del recinto arqueológico. Me despedí de mi compañero y emprendí mi aventura personal: conseguir llegar al baño de Machu Picchu. No fue fácil, no. Es de esas situaciones que, cuanto más necesitas ir al baño, más tardas en encontrarlo. Tardé una hora en bajar la parte que había subido del camino al Huaynapicchu, atravesar todas las ruinas, perderme y equivocarme de camino para llegar a la salida y por fin encontrar el baño, que encima es de pago. ¡Ni Lara Croft!
Fue un poco decepcionante no poder subir al Huaynapicchu, pero mientras esperaba que Xavi y Fernando regresaran me fui al punto de reencuentro, que era la Caseta del Guardián, y allí me quedé sentada durante más de una hora. A pesar de haber tenido que dejar la subida a medias, no me quejo porque así pude disfrutar tranquilamente de las vistas, que son impresionantes. Bueno, no del todo tranquilamente, porque de vez en cuando me tenía que levantar para hacer fotos a algunos turistas que me lo pedían. Al regresar, Xavi me contó que la vista desde arriba era impresionante y que valia la pena la dura subida.
Uno puede pasarse días explorando Machu Picchu, que sin duda alguna es la joya de Perú y merece haber sido nombrada nueva maravilla del mundo. Me siento realmente afortunada de haber podido visitarlo.
Datos de interés:
Atención: las entradas para el Machu Picchu NO se pueden comprar en el recinto y el cupo de entrada está limitado a 2.500 personas diarias. Por suerte, las entradas se pueden comprar por adelantado en la web oficial.
1. Bus subida de Aguas Calientes a Machu Picchu: 9$, ida y vuelta: 15$
2. Visita guiada por las ruinas de Machu Picchu durante dos horas: 100 soles
3. Baño: 1 sol
4. Botella de agua en Machu Picchu: 8 soles
5. Tren de Aguas Calientes a Ollantaytambo: 56$. El trayecto de Ollantaytambo a Cuzco se hace en autocar durante la temporada de lluvias.
6. Taxi de la estación de tren de Cuzco a la Casa Llaqtayay: 7 soles
7. Hotel Casa Llaqtayay. habitación doble con baño compartido y desayuno: 17$.
Que maravilla de paisaje Isabel!! Estoy deseando de ir al perú y visitar Machu picchu, aunque esté lleno de visitantes y tenga un baño tan enrevesado ( que por cierto, tengo que decirte que si me pasa eso a mi no tardo ni un minuto en aliviarme detrás de unas piedras…) Gran descripción del lugar! Enhorabuena!! Un abrazo
Hola Fran!
Es la gran fortuna de ser hombre, las mujeres lo tenemos un poco más complicado… 😛
Perú es mágico tienes que visitarlo cuando puedas. 😀
No te lo ha dicho nunca tu madre??? «antes de salir, hay que ir al baño…» jejejeje… Pero te ahorraste una pequeña paliza de piernas. Yo encima me volví por el otro lado de la montaña, por lo que la broma de subir allí arriba se convirtió en casi 4 horas de caminata… pufffffff… solo de pensarlo me canso ahora.
Es sin duda uno de los mejores lugares que he visitado.
Je, je! Si lo hice, pero a las seis de la mañana cuando entramos, y claro, a las once ya no podía aguantar más…
Sí, Machu Picchu es de lo mejor que he visita yo también. 😀
Es de esos lugares increíbles que todo el mundo debería visitar almenos una vez en la vida!! Aunque es una excursión que en total no sale muy barata…
Saludos!!!
Hola Anna,
Es bastante caro, pero vale la pena cada euro invertido en esta experiencia.
¡Anda que! Tener que abandonar la subida por ir al baño… a quien se lo cuentes… Yo directamente no me vi capaz y ni lo intenté (aunque mi hermana sí subió y se lo vio todo cubierto de niebla).
Lo de la niebla nos debe pasar a muchos. Yo cuando entré, recuerdo que llevaba en mi mente la típica postal con todo soleado y al llegar no se veía nada. Mi decepción fue absoluta. Pero es cierto que luego con el paso del tiempo va mejorando…
Nosotros nos quedamos hasta bastante tarde sentados en una roca viendo la ciudadela prácticamente vacía. Es uno de los mejores recuerdos del viaje.
Un saludo 😉
Hola Helana,
La subida es bastante dura, pero las vistas son muy chulas. Sobre lo que comentas de la niebla, creo que si subes en la primera tanda a las 7am es normal que este cubierto por la niebla. En la segunda tanda, normalmente se disipa.
El día que llege a Machu Picchu y lo tenga frente a mis ojos cumpliré uno de mis sueños viajeros… ¡Tiene que ser una pasada! Y me gustaría subir al Huayna, aunque intentaré hacer el pipí antes 😛
Machu Pichu es uno de mis sueños viajeros y espero poder hacerlo realidad muy pronto. Menos mal que la niebla desapareció, me pasa algo parecido y creo que me pongo a llorar, jeje. Ains, lo del baño….yo soy igual, pero aprovecho cualquier ocasión para ir para que no me pasen esas cosas, siempre le digo a mi pareja «es la supervivencia» XD
Unas fotos y un relato preciosos, Isabel… creo que si después de tantos años queriendo ir llego allí y hay tanta niebla a primera hora también me hubiera llevado un chasco. Suerte que más tarde se aclaró el día 😉
Machu Pichu es de esos sitios que aunque las ruinas no sean gran cosa, yo creo que el entorno ya lo hace único!! Lo tengo en mi lista de sitios pendientes!! Tendremos en cuenta lo de los baños porque me sé de uno que tiene la vejiga un poco floja… 😉
Un abrazo
Me alegra leer que Machu Pichu te tocó la fibra… realmente ese lugar tiene algo muy especial!
Para mi estar allí fué una culminación de un sueño y lo disfruté muchísimo. Tengo grabado en mi mente, como uno de los grandes momentos de mi vida, la impresión que tuve con la primera visión de aquel paisaje tan conocido. Me pasé horas allí y casi me sentí como Che Guevara en Diarios de motocicleta, jaja
Simplemente increíble, es un lugar precioso y que vale la pena visitar por lo menos una vez en la vida. Qué odisea con el baño, la verdad es que sí que están un poco alejados pero casi mejor porque uno en medio de las ruinas no pintaría mucho, jejejeje. Un abrazo!!! 😉
La verdad que es un lugar impresionante, según veo suele ser normal que por la mañana haya esa niebla y luego se vaya quitando, en la mayoría de relatos que he leído pasa eso, menudo susto desde luego al llegar XDD
Anda que vaya show con el baño, que tensión en el momento jaja
Un abrazo!!!
hola. quiero viajar a Cusco en enero 2012 que datos de hoteles me dan?
perdon enero 2013
Impresionante, me encantaría viajar, conocer, perderme un mes en perú totalmente desconectado del mundo; hacer el sendero del inca donde mis pies me puedan llevar….
Machu Picchu es el atractivo turístico más visitado del Perú, es uno de los destinos turísticos más populares del mundo, los palacios, plazas y templos son el gran legado del imperio de los incas.un lugar fantástico, increíble y mágico. No esperes más y visita Machu Picchu. Saludos desde Cusco, Perú.
Muchas gracias por el post, el mejor tren para ir a machu picchu en base a mi experiencia es Incarail ofrece una experiencia inolvidable dentro de sus trenes, saludos.
Excelente post para mi proximo excursion a Machu Picchu