Nuestro último día en Granada lo decidimos pasar visitando pueblos de las cercanías. Lo primero que hicimos fue ir a desayunar a la famosa pastelería Isla donde se inventaron los piononos en el pueblo de Santa Fe. El pionono es un bizcocho borracho enrollado con crema por dentro y crema quemada coronándolo. La verdad es que está buenísimo aunque empacha un poco. Antes de comernos el pionono nos comimos unas tostadas con tomate y aceite que estaban de muerte. Mira que soy de la tierra del pa amb tomàquet, pero aquellas creo que son las mejores tostadas que he comido. Será porque los tomates son recién cogidos y no han pasado por cámaras frigoríficas.
Con el estómago lleno y después de estar hablando sobre qué ir a visitar, subimos al coche y nos fuimos hacia la Alpujarra. La Alpujarra está situada en plena sierra granadina y para acceder a los bonicos pueblos que hay en ella hay que ir por una carretera llena de curvas, subidas y bajadas. El primer pueblo que visitamos fue Lanjarón, famoso por su balneario y agua mineral. Como todo balneario, para poder disfrutar de sus servicios es necesario primero pasar por una visita medica. Como esta no era nuestra intención sí que nos esperamos para poder beber agua del manantial. Lo curioso del tema es que para poder hacerlo tienes que pagar 1 euro y esperar a unas horas determinadas en que bajan dos enfermeras y te dan el agua de uno de los dos manantiales de los que se puede beber sin prescripción médica. La verdad es que es bastante curioso beber agua con gas de una fuente. Había dos tipos de agua, una más ligera y otra con más hierro, y la que tenía hierro sabía como si estuvieras chupando una viga. Esta última, aunque más saludable para los que tienen anemia, era más difícil de tragar.
En el pueblo de Lanjarón hay una oficina turística en el que puedes encontrar mapas de la zona. Allí les preguntamos qué pueblos nos recomendaban visitar que estuvieran cerca y nos recomendaron Pampaneira y Capileira. El camino con el calor y las curvas se hizo largo y al final nos quedamos visitando solo Pampaneira.
Granada es un sitio mágico, con buena comida y gente increíble, aunque quizás se haya vuelto demasiado turístico.
Quina pinta els piononos! Haurem d'anar a l'Alpujarra per provar-los!
Bueno, jo ja hi vaig anar fa molts anys, quan vaig anar a l'Alhambra. Me'n recordo d'un poble molt bonic, Trévelez. I també vaig tastar uns altres postres típics: els soplillos.
Què curiosa la visita a Lanjarón, també!
Els soplillos deuen estar de mort, amb el que m'agrada a mi la merenga. A Trevelez voliem anar pero esta a dalt de tot i amb la calor no feien ganes de passar per totes les corves… un latre dia.
Preciosa narración de vuestro periplo. ¡Nos encanta que hayáis disfrutado tanto por Granada! 🙂