Muy cerca de Burdeos, a tan solo una hora en coche, se llega a un pueblo de la costa atlántica famoso por las playas, las ostras y por ser destino de descanso para las gentes adineradas desde mitad del s. XIX: Arcachon. Este pueblo está en la punta de un cabo que se adentra en la bahía del mismo nombre. Un largo brazo de tierra protege la bahía del océano Atlántico y crea un entorno apacible perfecto para todo tipo de actividades. También es perfecta para hacer una excursión de un día desde Burdeos.
Empezamos a descubrir Arcachon desde la oficina de turismo del pueblo, situada junto a la estación de tren. Hacía un día soleado y apetecía mucho salir de excursión después de haber paseado largo y tendido por las calles de Burdeos.
Arcachon sorprende nada más llegar por las grandes y coloridas casas de veraneo antiguas que se ven en las calles principales, de un estilo propio muy especial. Y es que este pueblo lo desarrollaron sobre todo los burgueses de la capital de Aquitania a partir de finales del s. XIX y durante la Belle Époque. Sin embargo, el pueblo empezó a cambiar mucho antes, en 1823, cuando François Legallais creó los primeros balnearios para que clientes acaudalados pudieran dejarse curar con las innovadoras talasoterapia y climatoterapia. Fue así como las celebridades empezaron a construirse chalets y mansiones en este lugar, atraídos por los beneficios para la salud. El rey Alfonso XII, por ejemplo, residió en una casa de la parte de la Ville d’Hiver en Arcachon.
La Ville d’Hiver es el barrio de invierno, situado tierra adentro. Los hermanos Pereire lo planificaron en 1852 después de haber extendido la vía de ferrocarril para que la gente pudiera ir a Arcachon a respirar la brisa del océano y el olor de los pinares. En Arcachon hay barrios para todas las estaciones, de modo que al oeste encontramos la Ville d’Automne, frente a las playas de la costa norte se extiende la Ville d’Eté y, más al este, la Ville de Printemps. Estas zonas indican el momento del año en el que los propietarios de las grandes casas pasaban el tiempo en la villa. Hoy, las casas más caras siguen en el centro histórico del pueblo y pueden llegar a valer más de un millón de euros.
Fuimos paseando por el puerto deportivo, repleto de barquitos y yates. Al parecer, una encuesta a los propietarios reveló hace poco que la mayoría de embarcaciones solo se usan seis días al año, así que puede que solo sirvan para aparentar. Por otro lado, navegar por la bahía no es sencillo, ya que cuando baja la marea, solo es posible navegar por los canales de agua más profundos y, cuando la marea es alta, hay que saber por dónde ir para no quedar embarrancado en la arena. Aun así, para conseguir un plaza en el puerto para guardar el barco hay una lista de espera de seis años.
Después fuimos en coche hasta uno de los grandes atractivos de la zona: la duna de Pilat. Esta duna de arena blanca, más propia del desierto del Sáhara, se alza unos 110 metros en la costa este, a solo 10 minutos al sur del pueblo (también se puede ir en bicicleta por el carril bici que hay habilitado). Está situada justo ante el océano, rodeada de un bosque frondoso de pinos, por lo que no la ves hasta que estás muy cerca. Y cuando por fin la ves, alucinas. Y cuando llegas a sus pies y miras hacia arriba alucinas de nuevo. Y cuando subes a la cima y contemplas el paisaje de los alrededores vuelves a alucinar.
El aparcamiento cercano a la duna es gratis durante 30 minutos y luego vale 4€ por 4 horas. Es recomendable pagar, porque, aunque solo se tardan unos siete minutos desde el aparcamiento hasta la duna, una vez allí se alucina tanto que la visita requiere más tiempo, por lo menos una hora para disfrutarla como es debido. Entre abril y octubre hay una escalera apoyada en la duna que permite subir la pendiente sin esforzarse. Una vez arriba, se ve cómo la duna tiene una forma alargada que va de norte a sur.
De hecho, el extremo sur sigue extendiéndose varios metros todos los años. En verano, mucha gente se sienta en la duna para ver sumergirse el sol en el horizonte. Y La Teste de Buch, el municipio al que pertenece la duna, también ofrece otras muchas actividades, como practicar surf o ir en bici por toda la costa o el bosque. Desde lo alto también se puede disfrutar de una vista espectacular de la bahía y, sobre todo, de los bancales de arena que dan al océano. Según nos contaron, en verano hay gente que va con su barquito a pasar el día en estos bancales o a hacer picnics a base de ostras. De lujito, ¿no?
Después volvimos a Arcachon y visitamos la zona alrededor del Belvédère, en la Ville d’Hiver. Aquí hay unas trescientas fincas de estilo novecentista y es un lugar protegido, de modo que cualquier nueva construcción debe respetar la arquitectura del lugar. Además, el consistorio obliga a los propietarios a podar los setos de modo que los transeúntes puedan ver bien las casas, porque son un patrimonio importante y son dignas de verse. Las calles del barrio se diseñaron con muchas curvas expresamente para impedir que el viento invernal del océano pudiera soplar muy fuerte allí.
Una de las mansiones más bonitas es la «Alexandre Dumas» que fue residencia del banquero Daniel Iffla. En realidad, casi cada casa tiene una historia. Por ejemplo, pasamos por delante de la finca «Faust» donde residió Gustave Eiffel, el arquitecto de la torre más famosa de París. El mismo Eiffel fue quien diseñó el Belvédère, un observatorio para bomberos en lo alto de la colina. Actualmente aún se puede subir hasta arriba del todo y ver Arcachon y la costa desde lo alto. Y eso hicimos, faltaría más. Me pareció estar en una especie de antiguo «Beverly Hills francés».
Más tarde fuimos al centro, más veraniego, moderno y lleno de tiendas, en la Ville d’Eté. Dejamos el coche en un aparcamiento gratuito que hay detrás de la estación de tren. Compramos unas ensaladas y sándwiches para llevar y nos dirigimos a hacer una «excursión dentro de la excursión».
La excursión consistió en ir al muelle Thiers frente a la playa, donde adquirimos unos billetes y nos subimos al barco que cruza la bahía. Fuimos hasta la villa de Cap Ferret, en el brazo de tierra de 25 km de largo que cierra la bahía al océano. Una vez allí, alquilamos unas bicicletas y fuimos pedaleando tranquilamente hasta llegar a la punta del cabo, donde se une la bahía con el Atlántico. Vimos muchas cabañas donde comer ostras, además de tiendas de helados y crepes.
El paseo de la bahía es muy bonito. Al mediodía, la marea había retirado el agua y todos los barcos del puerto estaban el fondo con la quilla. Hacía un sol de justicia, pero como soplaba una brisa muy fresca, Xavier no notó que el cogote se le ponía de color gamba hasta que fue demasiado tarde. Luego paseamos un poco por el paseo y nos comimos un helado.
Hacia las seis volvimos a Arcachon con el barco, pero no podíamos marcharnos sin probar la comida oficial de Arcachon: las ostras. Solo en esta bahía hay tres denominaciones de origen diferentes. En la bahía suelen tardar cuatro años en llegar al tamaño adulto, pero en los bancales de arena, al estar más cerca del océano, se desarrollan el doble de rápido. Las ostras suelen comerse en una especie de cabaña o chiringuito típico junto al agua, acompañadas con pan, mantequilla y una copa de vino blanco. Una bandejita de seis ostras frescas sale por 9€, o menos de la mitad si las compras en el mercado del pueblo.
Fuimos a la ostrería Le Routioutiou situada en el cercano pueblo Gujan-Mestras que nos habían recomendado y nos gustó porque no había ni un turista, solo gente autóctona. La ostrería Le Routioutiou está algo apartada, pero el entorno es muy bonito.
Volvimos agotados a Burdeos, pero la excursión había valido la pena. Arcachon es un buen lugar adonde ir un día o una semana y tiene atractivos para todo el mundo. Y, a pesar de las quemaduras, la brisa marina nos había sentado de maravilla. A la mañana siguiente íbamos a hacer otra excursión, pero esta vez hacia el interior: se trataba de visitar el famoso pueblo vinícola de Saint Emilion.
Datos de interés:
1. Cómo llegar desde Burdeos (unos 50 minutos): En coche: ir en dirección «Bayonne» y tomar la salida 15. En tren: Hay trenes cada hora y el billete cuesta 11,20€ por trayecto.
2. No hay que pagar entrada para visitar la Duna de Pilat, pero es recomendable ir por la mañana para evitar mareas humanas. Para más información sobre la duna de Pilat consultar su web.
3. Billete de ida y vuelta en barco a Cap Ferret: 13€. Consultar bien los horarios del barco antes de ir, ya que el último sale de Cap Ferret a las 18h. Los podéis consultar en su web.
4. Alquiler de bicicleta en Cap Ferret: LocaBeach (justo al final del muelle): 4h: 7€, 1 día: 10€. En temporada alta es recomendable reservar. También hay otro local de alquiler en el paseo de la playa.
5. Comer en Arcachon. Nos recomendaron el Chez Diego y el Chez Pierre en la playa, el menú costaba unos 30€ por persona (sin bebidas). Nosotros no los probamos por falta de tiempo.
6. Cabaña Le Routioutiou: Bandejita de 6 ostras con pan, mantequilla y copa de vino: 9€. Muy recomendable.
7. Cena en el restaurante japonés FuFu Ramen (37 Rue Saint-Rémi) de Burdeos: Ramen: 8,5€; 3 gyoza: 3,50€.
Podéis encontrar más información en la web de la oficina de turismo de Arcachon, la web de la oficina de turismo de Lège-Cap Ferret y la página de Turismo de Aquitania.
Un destino largamente pretendido. Lo tengo en mente desde hace años y aún no he ido en esa dirección.
Tu entrada me da ánimos y una buena fuente de información. Gracias!!
Saludos
Me ha matado directamente las escaleras para subir a la duda, que no haya excusas para ascender jaja
Preciosa la zona, repleta de contrastes 🙂
Muchas gracias por la información, ha sido muy útil. Enhorabuena.
El lunes vamos a hacer la excursión que describes desde Burdeos . Muchísimas gracias por la información
Me parece genial vuestra información!
Muchas gracias
Hola hace tiempo que veo vuestra página i hoy decido a darme de alta para poder tener información de los viajes, nosotros también viajamos mucho y yo suelo organizar el viaje Un año antes.
Una de las consultas que quiero hacerte es.: visitaría todo lo que tú comentas, lo único que nosotros tenemos una cierta edad y tampoco sabemos ir en bici.
El barco llega al cabo Ferret ?? Si no es así vale la pena hacer esta excursion? O vamos con el coche al cabo y sigo tu recorrido.
Gracias
Rosa
Hola Rosa Maria,
La excursión la puedes hacer paseando sin problemas. Si lleváis coche os podéis ahorrar el barco, lo que ahora no recuerdo cómo estaba el aparcamiento allí…
Hola gracias por la información
Vamos en tren desde burdeos
Pero después es fácil desplazarse para ir al resto de lugares
Hola, Encarna,
A Arcachon y a Saint Emilion se puede ir en tren desde Burdeos.