Aprovechando que el viernes 24 de septiembre era festivo en Barcelona, decidimos hacer una escapada de 4 días a la región de la Campania en el sur de Italia. Para ello reservamos hace ya meses un vuelo con Ryanair, ya que ahora vuela desde el aeropuerto de El Prat hasta Roma Ciampino. A pesar de que Nápoles es la capital de Campania, decidimos volar a Roma porque el precio era muchísimo más bajo y los horarios bastante mejores.
El plan original era salir de Barcelona a las 20.50 h para llegar a Roma a las 22.20h, pero gracias a los controladores aéreos franceses que estaban de huelga, nuestro vuelo salió con más de 45 minutos de retraso y al final acabamos llegando a Roma a las 23.15. El aeropuerto de Ciampino es muy pequeño y las indicaciones son muy malas. Al salir de la terminal buscamos alguna indicación que nos llevara a la zona de coches de alquiler sin éxito. Al final, tras buscar unos minutos preguntamos a alguien de seguridad y nos dijo que estaban en el aparcamiento 8, al fondo a la derecha. ¿Qué fondo? ¿Qué derecha? En fin que estuvimos dando vueltas por los diversos aparcamientos hasta que, un poco cansados, volvimos a la terminal y vimos que había un servicio de shuttle para ir al susodicho aparcamiento, pero que a las 23 dejaba de funcionar. ¡Perfecto! Volvimos a preguntar, ya un poco nerviosos porque eran las 23.40 h y la compañía de alquiler de coches cerraba a las 24h, y esta vez sí nos dieron las indicaciones correctas y pudimos llegar al lugar. Por todo esto, aquí os dejo un mapa de la ubicación de las compañías de alquiler de coches para que no os pase lo mismo.
A las 12 de la noche nos pusimos en marcha dirección a Pompeya, donde habíamos decidido poner nuestro «campo base». Conducir por el sur de Italia es toda una experiencia, uno puede llegar a comprender la naturaleza del italiano con tan sólo verlos conducir. Por lo general, el conductor italiano es un ser indeciso. A esta conclusión se llega después de ver cómo siempre van ocupando dos carriles de la autopista, no conformándose con uno sólo o no sabiendo decidirse si quedarse en el de la derecha o en el de la izquierda. También es impaciente, por lo que si hay un atasco, no importa la línea continua, acaba dando media vuelta, y si usa los intermitentes es para comunicar que allá va y que se aparte todo el mundo.
Generalizaciones aparte, lo que sí que es cierto es que en este viaje por fin me he vuelto a reconciliar con la comida italiana ya que en las dos ocasiones anteriores me había reportado algunas decepciones y de eso me di cuenta nada más parar en un área de servicio de la autopista y pedir un latte machiatto que estaba buenísimo.
Finalmente llegamos a Pompeya a las 3.30h de la madrugada, gracias a que además nos encontramos un tramo de la autopista cerrado por obras y tuvimos que dar una buena vuelta hasta encontrar la carretera nacional que llevaba a Pompeya. Fabio, el responsable del B&B Studio 83 donde nos alojamos nos abrió la puerta un tanto adormilado y nos fuimos directamente a intentar dormir al menos unas horas.
A las nueves nos levantamos para desayunar en el B&B y a las diez pusimos rumbo al sur para visitar las ruinas de Paestum. Este pueblo está a una hora y media en coche desde Pompeya, pero también se puede llegar en tren. Gracias a las indicaciones erróneas del GPS, llegamos a las ruinas por el extremo sur y dejamos el coche en un aparcamiento en el que se pagaban 2,5 euros por todo el día. Sin embargo, luego vimos que había aparcamiento gratuito por la zona.
Paestum destaca por sus ruinas griegas y sus tres templos dóricos que se conservan bastante bien: el templo de Hera I, el templo de Neptuno y el templo de Ceres. Aparte de los templos, se conservan algunas plantas de casas y los adoquinados de las calles. Aunque quizás lo más sorprendente es que si uno quiere, no necesita comprar la entrada porque se ven bastante bien desde la valla que rodea el recinto.
Nosotros pagamos los 4 euros que valía la entrada y nos paseamos con calma por las ruinas. Así pudimos admirar el esplendor de los templos y su altura, que era impresionante. Lo bueno de estas ruinas es que están fuera del circuito turístico y apenas había gente visitándolas.
Al salir de las ruinas, volvimos al coche para ir a la costa amalfitana, pero por el camino paramos en una caseificio (factoría de quesos) donde hacían la mozzarella de búfala y helados de leche de búfala. Y realmente tenían allí a las búfalas pastando en un prado y rebozandose en el barro. El lugar era nuevo y muy cuco y puedo afirmar que vendían el helado más bueno del mundo. Era cremoso, delicioso y nada caro (1,80 €) para lo artesanal que era. Toda la zona alrededor de Paestum está llena de caseificios donde poder comprar mozzarella auténtica. Lástima que no tuvieran restaurante en este sitio para poder degustarla.
Sobre las 13.30 h volvimos al coche para seguir rumbo a la costa de Amalfi. La costa que va desde Sorrento hasta Salerno es conocida como la costiera amalfitana. Una angosta carretera recorre los pueblecitos que se agolpan en la roca justo al lado del mar. Por lo general, toda esa zona es donde los pijos italianos pasan las vacaciones de verano y, por tanto, es muy cara. Empezando por la zona azul de aparcamiento, donde una hora sale por unos 4 euros si consigues aparcar en el centro.
La mejor época para visitar la costa es en otoño o primavera, ya que en verano es imposible moverse por la zona en coche. El paisaje es muy bonito, pero a mi parecer poco sorprendente si uno ya ha estado en la Costa Brava: aguas azul turquesa, pinos y acantilados abruptos. Quizás lo que más sorprende son los pueblos construidos verticalmente en la roca con sus pequeñas casas de colores.
Desde Salerno tardamos una hora en llegar a Minori, donde decidimos aparcar e ir a buscar algún sitio para comer, ya que eran las tres del mediodía. Cerca del puerto habían varios restaurantes, pero decidimos apartarnos un poco y preguntarle a una lugareña si nos podía recomendar algún restaurante para comer. Nos llevó a uno llamado Il Giardiniello, que tenía pinta de ser un poco caro pero muy bueno. Entramos y nos dijeron que la cocina estaba cerrada. Al final, tras probar en varios restaurantes sin mucho éxito, acabamos comiendo en la terraza del restaurante Libeccio que tiene la cocina abierta todo el día y donde se puede comer tranquilamente en la misma piazza donde estaba la Basílica di Santa Trofimena. Digo «tranquilamente» porque por allí no pasó ni un alma en la hora y media que estuvimos.
Los dos pedimos pasta, que estaba muy buena y aunque en la carta el precio no era del todo desorbitado (9,5 € por unos scialantelli con tomate y albahaca) el susto vino cuando por el cubierto nos clavaron 4 euros por barba. 8 euros por el simple hecho de sentarte en la mesa. Al salir del restaurante fuimos a la pastelería-cafetería De riso, que de hecho fue el motivo principal por el que decidimos parar en Minori, ya que Fabio nos había recomendado que fuéramos allí y comiéramos cualquiera de sus pasteles. Le preguntamos al camarero cuál era la especialidad de la casa y nos dijo que era el pastel de ricota y pera, y allá que nos lanzamos a probarlo.
Primero de todo, decir que el pastel de ricota y pera estaba bueno es quedarse corto. Es ligero, la ricota apenas tiene gusto a queso y tiene una textura de nata pero sin tener el sabor insulso de ésta. Tiene una capa hecha de un bizcocho o galleta triturada supersuave y la pera que tiene en el interior le da el toque justo para que sea deliciosa y nada pesada. Para chuparse los dedos.
Tras la comida y el postre volvimos al coche para seguir la ruta. Nuestro siguiente destino era Amalfi, pero el problema fue que cuando llegamos allí estaba el aparcamiento lleno de autobuses de visitas turísticas y apenas había sitio para aparcar, así que decidimos abandonar la carretera de la costa para ir a Ravello que está a unos 15 minutos hacia el interior.
Conducir por la costa de Amalfi es difícil. Por lo general, los coches suelen ser igual de imprudentes que en la autopista, pero en una carretera en la que hay tramos y curvas en las que no caben dos coches en paralelo, si se va con mucha velocidad, uno puede acabar empotrado contra un autobús en una curva. De hecho, en la carretera que va de Amalfi a Ravello hay un semáforo que va dando prioridad a cada uno de los sentidos porque tiene un tramo bastante largo en el que sólo cabe un coche por la carretera.
Ravello es un enorme balcón sobre la costa de Amalfi, lástima que casi todo ese balcón sea propiedad actualmente de hoteles de lujo. A pesar de todo, nosotros pedimos permiso para entrar en uno de ellos y no nos pusieron problemas, quizás también sea porque en esas fechas apenas hay clientes. Estuvimos paseando por las callejuelas empinadas y estrechas de Ravello que antiguamente fueron refugio de Jackie Kennedy. Vale la pena ir allí y perderse por el pueblo tranquilamente porque es muy bonito.
Como empezaba a anochecer, decidimos volver a Pompeya porque no tenía ganas de conducir por aquellas curvas de noche y además con la poca, o mejor dicho, nula iluminación de la carretera. Tras algún atasco propiciado por la falta de semáforos, llegamos a Pompeya. Después del relato de Bet sobre la conducción en Egipto me parece tonto quejarme de la conducción italiana, pero la verdad es que allí impera la ley del más fuerte o, mejor dicho, la ley del más jeta. Si no te lanzas, en los cruces te puedes tirar años parado porque nadie cede el paso a nadie. Menos mal que una se adapta rápido a las circunstancias y así a las ocho llegamos al B&B.
Para cenar, le pedimos a Fabio si nos podía recomendar alguna pizzería que estuviera bien y nos dijo que a un par de calles del B&B había una. Al llegar allí vimos que era un pequeño local con dos mesas fuera y servicio para llevar. Lo que más me sorprendió fueron los precios: 4,5€ por una pizza capriciosa del tamaño de Cuenca. Mientras nos preparaban la pizza, empezó a caer el diluvio universal y al final nos comimos la pizza bajo el toldo. La masa de la pizza del sur de Italia es un poco más gruesa que la del norte y se caracteriza por los bordes, que suelen ser esponjosos.
Al final, como no paraba de llover, decidimos volver al B&B corriendo intentando esquivar las gotas de lluvia.
A tener en cuenta:
B&B Studio 83. El B&B está gestionado por Fabio y sus padres. Tiene 4 habitaciones nuevas, amplias y bien decoradas. Está a cinco minutos andando del centro de Pompeya y de la estación de tren y a 15 de las ruinas. La habitación doble nos costó 70 euros la noche con desayuno, ya que al quedarnos 4 noches nos rebajaron 5 euros de la tarifa oficial. Es muy recomendable porque en todo momento nos dieron un trato familiar, nos ayudaron en todo lo que les pedimos y estaban ahí dispuestos a todo. Tanto es así que incluso a veces nos sabía mal incordiar tanto. Además, se ofrecieron para ir a comprar un pastel de cumpleaños sorpresa el día del cumple de mi compañero de viaje y hasta le cantaron el cumpleaños feliz. Lo dicho, que hay cosas que no tienen precio.
Datos de interés:
Latte machiatto (leche manchada con café) 1,20 € en un área de servicio de la autopista.
Peaje autopista Roma a Nápoles 11,80 € y de Nápoles a Pompeya 1,60 €
B&B Studio 83: 70 euros la habitación doble con desayuno.
Aparcamiento en las ruinas de Paestum, todo el día 2,5 € aunque había aparcamiento gratis.
Ruinas de Paestum: 4 € entrada a las ruinas. 4 € entrada al museo. Entrada combinada: 6,5 €
Caseificio Vannulo. Vía Galileo Galilei, 10. Cappacio Scalo. Helado de leche de búfala de Fior di Latte (nata): 1,80 €, yogurt de albaricoque pequeño: 1,20 €.
Gasolina sin plomo: 1,40 € el litro.
Zona azul Minori: 4 € la hora.
Ristorante Libeccio. P.zza Cantilena, 5 Minori. Ensalada caprese: 8 €, sciantelli con tomate y basilisco: 9,5€, espaguetis con almejas: 14,5 €, servicio: 4 € por comensal.
Pastelería Sal De Riso. P.zza Cantilena, 1 Minori. Pastel de ricota y pera: 3,30 €.
Zona azul Ravello: 3 € en el centro, 1 € no tan céntrico.
Pizzería Carlo Alberto. Vía Carlo Alberto, 15 Pompeya. Pizza capricciosa: 4,5 €.
Quins temples, quins paisatges… però el que més m'ha cridat l'atenció són els "spaghetti alle vongole" i el pastís!! Amb aquesta primera entrada ja m'has convençut! 😉
Si hi ha un paradís perdut, això és Nàpols, la Campània i un paisatge en ruïnes. Aquest és un viatge iniciàtic que ningú no s'hauria de deixar perdre.
Es veu que ha sigut un miatge molt entranyable i molt mediterrani. Les ruïnes molt ben conservades! i sense tant de turisteo es millor.
OOooooooh Bella Italia!
s'hi menja tan bé…
Com que aquesta zona la desconeixem…serà qüestió d'anotar-la a l'agenda! 😛
Hola nois!
El sud d'Itàlia està molt bé perquè no és tan turístic com Roma o la Toscana (menys la costiera amalfitana), així que és menja bé i per molt bon preu. A part te unes runes espectaculars. Paestum són tres temples molt grans però Pompeia és una ciutat sencera!!!!
Petons!
Sin ser una zona tan conocida como el norte o parte central de Italia, también tiene su encanto, igual por ser más desconocida llama incluso más la atención que otros rincones de Italia que están más que trillados en mil y un reportajes.
Muy buena entrada.
Saludos.
Buenas Isabel! O no sabía o no me acordaba que te ibas a Italia! (ya decía yo que estabas mucho tiempo sin escribir jeje). La carretera de la costa Amalfi también me gustaría recorrerla alguna vez. Siempre me ha llamado la atención las fotos que he visto de allí.
No se como me las apaño… pero siempre leo tu diario antes de comer y con las fotos que pones, acabo con dolor de barriga de lo que me suena!! jejeje..
Un saludo!
Hola Jose Carlos!
El sur de Italia es muy especial, todo es más superlativo que en otras partes del país. Creo que vale la penar estarse más tiempo y llegar hasta el sur. Me queda pendiente para otra ocasión. 😀
Hola Víctor!
Pues creo que comenté algo en Facebook hace tiempo, pero tampoco lo recuerdo.
Je, je! El blog hay que visitarlo después de comer porque si no te juega malas pasadas! 😛
Saludos!
Muchas gracias Isabel, muy interesante tu blog, también podría haber estado donde está el mío, no creo que haya una notable diferencia entre uno y otro!
Saludos!
Comparto completamente lo que dices de lo italianos, al volante son un desastre, bueno y podría seguir pero mejor me callo. en fin, me crispa lo jetas que son a veces, aunque no todos, todo haynque decirlo.
Yo tp sabia ke te habías ido, pero bueno, me alegro, porque ahora tienes una nueva aventura que contarnos 😉
Un relato genial.
Saludos! Iker
Hola Ser!
Gracias por pasarte! Felicidades de nuevo por el premio! 😀 A ver si el año que viene conseguimos algún votillo más! ^^
Hola Iker!
Pues la verdad es que en el blog no comenté nada sobre Italia, lo hice en Facebook hace mucho tiempo. A mí los italianos me gustan, creo que son muy parecidos a los españoles, pero lo que es cierto es que después de este día al día siguiente me negué a conducir, acabé exhausta!!!
Me alegro que os haya gustado el relato!
Saludos!
Una escapada super aprovechada y una envidia de viaje! Solo con leer el día 1 ya me has convencido 😀
ME GUSTA MUCHO TU BLOG.
Si quieres hacemos intercambio de link.
MI Cuaderno de Viaje esta en
Saludos viajeros
Ya he puesto tu blog en mi Blogroll de Viaje.
Estamos en contacto
Quina escapada més maca! M'ha agradat molt aquesta entrada, però també és cert que l'hauria llegit millor amb l'estómac ple!!!! JAJAJAJAJAJAJAJA…ara tinc una gana ferotge! Sort que en menys d'una hora estic dinant! Una abraçada!
Hola Belle!
Vaig pensar en tu quan vaig marxar, se que tenies ganes d'anar a Nàpols. Je, je! Lo dels plats ja passa, Makavelick te el mateix problema sempre! XD
Petonets!
Siiiiiiii!!!!! Algun dia, algun dia, de moment tinc prou amb llegir els teus post!
Que maravilla de lugar Isabel. Los pueblos en los acantilados son preciosos ( a mi me encantó Positano), la comida para chuparse los dedos y la gente es especial. Lo peor que llevé fueron las curvas de la Costera Amalfitana. Fue un mareo contínuo. ¡Ah!, y los Italianos conduciendo me dejaron boquiabiero. Menos mal que a mí me llevaba un amigo autóctono y podía cerrar los ojos….
Un abrazo y suerte en los premios bitácoras.
Fran
Al ver las fotos he pensado lo mismo, que parecían muchas de ellas tomadas en la Costa Brava. Me encantan!! Q paisajes!!!
Así que los conductores son igual de imprudentes q en Egipto… Está bien saberlo porque quiero hacer una ruta como la tuya por Italia.
Un abrazo
Buenos recuerdos me trae todo esto!
Nosotros lo visitamos en transporte público, aunque la vuelta de la costa amalfitana fue un poco caótica con muchos turistas para para pocos buses.
Sin embargo, a Paestum es fácil ir y volver en tren y es preciosos! Ya veo que también fuisteis a alguna granja de búfalas!