Como de costumbre, ese día volvimos a pegarnos un madrugón. Teníamos escasamente un día para visitar Jaipur, ya que a las cinco y media de la tarde salía nuestro tren en dirección a Kota para ir a Bundi. Por ese motivo, encargamos el desayuno para que a las 7.30 am estuviera listo. No obstante, cuando bajamos al comedor muy puntuales, justo lo estaban empezando a preparar y, en lugar de salir a las 8 am como teníamos previsto, salimos del hotel sobre las 8.30 am.
En el mismo hotel, pedimos si nos podían llamar a un tuk-tuk para tenerlo durante el día y así no perder el tiempo regateando. Al final, quedamos que estaríamos con él de 8.30 a 16.30 h. Subimos las tres en el vehículo y puso rumbo a nuestro primer destino de la mañana: el fuerte Amber. Era domingo y a esas horas de la mañana apenas había nadie en la calle. Como hacía frío, nos tuvimos que acurrucar entre nosotras para entrar un poco en calor. Nuestro conductor se llamaba Sameer, un chico joven aunque de edad incierta que tenía su tuk-tuk tuneado con un equipo de sonido digno de MTV Tunning y que ocupaba todo el espacio dedicado al maletero. Y así, fuimos serpenteando por las calles medio vacías de Jaipur al son de Manu Chao, lo que fue totalmente surrealista.
Tardamos unos 20 minutos en llegar al fuerte. Sameer aparcó y nos dijo que allí nos esperaría el tiempo que hiciera falta. Una de las cosas que desde el primer momento Mireia tenía en mente al empezar a planificar el viaje era el montar en elefante en el fuerte. Efectivamente, es una de las turistadas más caras de la India, pero ¿qué somos nosotras si no meras turistas? Así que fuimos derechas a buscar un elefante.
El problema fue que nos equivocamos de camino y acabamos en medio de la rampa por donde subían y bajaban los elefantes. En lugar de decirnos que saliéramos de ahí antes de que algún paquidermo nos aplastara, los conductores nos indicaron que descendiéramos medio kilómetro hasta llegar a la plataforma en la que te subías al animal. Así que, durante 500 metros, cometimos la temeridad de caminar entre elefantes como si fuéramos paseando por las Ramblas.
Al llegar a la plataforma, había una larga cola de turistas esperando ansiosos poder subir al animal de turno. El precio es fijo: 900 rupias para un máximo de dos personas. Como éramos tres, Mireia y Sonia subieron a uno juntas y al otro subí yo sola. Como tenía espacio de sobras, me estiré cual maharaní y me dispuse a disfrutar de la ascensión al fuerte, pero parece ser que me puse demasiado cómoda y acabé siendo la atracción de los turistas que me rodeaban, pues no paraban de hacerme fotos.
Mi momento de fama se truncó cuando el conductor del elefante me preguntó si me gustaban los animales. Ante tal pregunta, inocente de mí, le dije que sí y el conductor empezó a darme la vara de que tenía una empresa que organizaba safaris y que si quería hacer uno y tal y cual non stop. Cuando le dije que no me interesaba, entonces empezó a pedirme propina incesantemente, aunque había un cartel enorme que informaba claramente de que a los conductores de elefantes no se les debe dar propina (imagino porque ya estaba más que incluida en las 900 rupias que valía el paseíto).
Por 250 rupias decidimos contratar al guía oficial que se nos ofreció en la entrada, ya que teníamos ganas de conocer mejor la historia del fuerte. Los guías solo hablan inglés, así que actué como intérprete de todas las explicaciones que el guía me iba dando. Sin embargo, mis traducciones tenían mi toque personal y, en más de una ocasión, Mireia y Sonia se partían de risa sin que el guía supiera por qué.
Antiguamente, Amber era la capital del estado de Jaipur. La ciudad estaba rodeada por una muralla, en cuyo interior albergaba el palacio-fuerte (Amber) y un fuerte militar (Jai). El palacio lo ordenó construir el marajá Man Singh en 1592, comandante rajputa de Akbar y fue ampliado sucesivamente hasta su finalización en el siglo XVII, ya durante el gobierno de Jai Singh I. Sin embargo, las murallas se quedaron pequeñas y empezó a escasear el agua y entonces es cuando Jai Singh II trasladó la capital a Jaipur en el 1727.
Subimos las escalinatas que nos condujeron a la puerta de Ganesh Pol, puerta de la entrada al palacio y accedimos a un patio donde había una sala (Divan-i-Am) donde el marajá daba sus audiencias. Unos metros más adentro, nos esperaba el Jai Mandir, la sala del consejo real o sala de los espejos. Sin duda, esa sala es lo que más me gustó del fuerte a pesar de que no se podía ver desde dentro. La sala está cubierta de mármol blanco y tiene espejos incrustados en las paredes. De hecho, actualmente no se puede acceder porque la gente arrancaba los espejos y las piedras incrustadas para llevárselas como suvenir. Antiguamente, por la noche la sala se iluminaba con lámparas de aceite y el viento, al mecerlas, le confería una iluminación especial gracias al reflejo de los espejos.
Luego visitamos la zona de las mujeres del palacio, sus estancias y el patio. Lo mejor del fuerte es perderse por sus pasillos y explorarlo con calma, cosa que no pudimos hacer porque el guía nos llevaba a doscientos por hora. En la salida habían paradas de recuerdos un poco caras, pero como Mireia se iba al día siguiente, paramos para que hiciera algunas compras, como incienso y marionetas del Rajastán. Después, en la tienda del museo, aprovechamos para comprar algunas postales y algún que otro libro. Mi consejo es que si lo podéis evitar, no compréis nada allí porque es hipercaro.
Más tarde, mientras nos dirigíamos al aparcamiento, se nos acercaron unos cuantos fotógrafos para intentar vendernos las fotos que nos habían hecho durante la subida con el elefante, y al final compré una de mis fotos por 40 rupias porque sabía que es difícil conseguir fotos enfocadas mientras vas montado en elefante.
Volvimos al rickshaw y nos llevó hasta el museo Gatore Ki Chhatriyan, aunque no acabamos de descubrir qué tesoros exhibía porque no teníamos ganas de perder las pocas horas que teníamos en Jaipur dentro de un museo. Por lo tanto, le dijimos al conductor que siguiera con la ruta. Entonces pusimos rumbo al santuario de los monos, una especie de pequeño templo en lo alto de una colina que ofrece unas vistas estupendas de Jaipur. Por desgracia, debido a la contaminación apenas pudimos ver la ciudad.
En cuanto a los monos, había alguno que otro despistado contemplando la panorámica. Finalmente, volvimos al tuk-tuk y le dijimos a Sameer que queríamos ir al Hawa Mahal, que para eso habíamos comprado la entrada combinada. El conductor nos dijo que lo veríamos desde fuera y nosotras le dijimos que nanai, así que nos llevó un poco a regañadientes. A esas alturas del día, el conductor nos estaba empezando a salir rana.
El Hawa Mahal es el lugar más conocido de Jaipur y es un edificio de cinco plantas de color rosado que fue construido en el año 1799 por Sawaj Pratap Singh. El edificio estaba destinado para que las damas de la corte pudieran observar sin ser vistas. Todo lo que rodea el Hawa Mahal está lleno de tiendas de suvenires y, de hecho, el acceso está por detrás y se tienen que cruzar varias tiendas para llegar. Como teníamos la entrada combinada, no tuvimos que hacer cola y entramos directamente en el edificio. Vale la pena visitarlo por dentro porque, si bien no es muy grande y no tiene mucho contenido, está totalmente restaurado y es precioso.
Al salir del Hawa Mahal, ya eran las dos del mediodía y, como eran las últimas horas que íbamos a pasar juntas, decidimos ir a comer a un buen sitio para despedirnos y quitarnos el mal trago del día anterior. Le pedimos a Sameer si nos podía llevar a un buen restaurante y nos llevó al restaurante Rainbow, que está un poco alejado del centro, pero nos dio bastante confianza porque, pese a haber turistas, también había gente autóctona de clase media.
Parecía que no habíamos comido en un siglo, porque pedimos un montón de comida (incluso bocadillos para el tren). Curiosamente, el camarero no anotó nada del extenso pedido que le hicimos y luego, ante nuestra atónita mirada, recitó todos y cada uno de los platos sin dejarse ni uno. Además, la comida estaba buenísima, de las mejores que tuvimos en India.
Al salir, Sameer insistió en llevarnos a un taller donde nos iban a explicar unas fabulosas técnicas de estampación tradicional, es decir, un taller de aquellos donde luego te llevan a la tienda y te intentan vender lo que sea a precio de oro. Ninguna de las tres tenía ganas de ir, pero la verdad es que estábamos tan empachadas, que tampoco teníamos ganas de caminar, así que fuimos al emporio. Nos explicaron cómo se hacia la estampación de los tejidos y nos aseguraron que todo lo que tenían en la tienda era hecho a mano, claro.
Mientras iban enseñando el material a Sonia y a Mireia, yo me levanté para dar una vuelta por la supertienda. No había nadie y uno de los dependientes se acercó para ver si me podía interesar algo. Al ver que nada me tentaba, nos pusimos a charlar tranquilamente. Me explicó que tenía novia y que se iban a casar en dos años. Que el tema de las bodas en la India es algo muy serio que requiere tiempo y dinero. Lo que más me sorprendió es que me dijo que no tenía ganas de tener niños y lo que quería era poder estar con su mujer disfrutando de la vida. No sé muy bien por qué me sorprendió, ya que aquí es lo más normal. Quizás tenía en mente algún prejuicio oxidado que con los años también está cambiando. Justo cuando la conversación estaba más animada, vino uno de los jefes a ver si me sacaba alguna rupia, inocente de él. Para darle un poco de vidilla al tema, le pregunté cuánto valía uno de los cientos de saris que tenían allí y me dijo que 3.200 rupias (49€). Casi me da la risa tonta, pero ya que estábamos, le pregunté, muy jocosa yo, que entonces cuánto me costaría uno de seda, a lo que me contestó que mucho más. ¡Qué cachondo!
Con la tontería, ya eran las 4 y teníamos que volver al hotel a buscar nuestras cosas. La verdad es que el director del hotel se portó superbien con nosotras, porque a Mireia le dejaron una habitación para que pudiera descansar hasta las 6, que era cuando salía su avión. Llegó el momento de la despedida y nos dio mucha penica que Mireia tuviera que volver. A partir de aquel momento seguíamos el viaje Sonia y yo.
La estación de Jaipur es bastante grande y un poco caótica. Por suerte, localizamos rápidamente desde dónde salía nuestro tren y fuimos hacia allí. Lo peor de todo es el tener que subir y bajar las maletas por las escaleras para ir de un andén a otro. Luego, las casi cuatro horas de trayecto en tren de Jaipur a Kota las pasé charlando y mirando las musarañas sin preocuparme demasiado por nada más.
Al llegar a la estación, cuando el tren ni siquiera se había detenido del todo, un hombre se acercó a la puerta del vagón donde esperábamos con las maletas preparadas para bajar y nos preguntó si íbamos al hostal Katkoun en Bundi. Me quedé muy alucinada de que nuestro conductor a Bundi nos hubiera venido a buscar directamente al vagón de tren. De Kota a Bundi hay una hora en coche, ya que en Bundi no hay estación de tren. De hecho, lo mejor para ir hasta Bundi desde Jaipur es el coche, pero nosotras, no sé por qué, fuimos en tren y tardamos una hora más (aunque nos ahorramos unas rupias). Subimos al coche para poner rumbo a Bundi y, justo cuando me senté en el vehículo, me entró un cansancio y una extenuación que hasta la fecha no había sentido. Llevábamos ocho días intensos, llenos de emociones, apenas durmiendo y comiendo días muy bien y días fatal. Creo que el solo hecho de pensar que llegábamos a Bundi, donde lo único que teníamos planeado era descansar, hizo que me relajara y me saliera todo el cansancio acumulado durante los días anteriores.
Cuando llegamos al hotel, sobre las diez y media, ya casi no podía ni hablar. Lo máximo que mi cerebro fue capaz de coordinar fue preguntarle al propietario si tenía calefacción en alguna habitación, porque allí hacía mucho frío. Me dijo que no, pero que podía alquilarme una estufita eléctrica por 100 rupias al día. Si me hubiera pedido 1000 también habría ceptado, porque a esas alturas solo tenía ganas de irme a la cama y no morir de frío en el intento. Desde nuestra habitación se veía el palacio iluminado en medio de la oscuridad de la noche. Sin embargo, yo lo único que tenía en mente era dormir y solamente dormir.
A tener en cuenta:
Como comento en el relato, la mejor manera de ir a Bundi desde Jaipur es en coche. Se tardan unas cuatro horas. Lo malo de ir en tren es que la parada está en Kota (4 horas en tren desde Jaipur) y de allí a Bundi se tarda una hora más. Al volver de Bundi, decidimos no coger el tren porque tenía muy malos horarios e ir en coche por 2.100 rupias (32€).
Datos de interés:
Hotel H.R. Palace. El hotel estaba muy bien, la habitación era enorme, el baño estaba limpio con mucha agua caliente, había desayuno a la carta y wi-fi gratuito. Además, nos dejaron una habitación dos horas sin pagar nada para que Mireia pudiera descansar mientras esperaba a que llegara el momento de ir al aeropuerto. La habitación triple nos costó 1.750 rupias (28 euros).
Tuk-tuk de 8 a 16 horas: 450 rupias (6,9€)
Subir en elefante al fuerte Amber: 900 rupias (13,7€)
Fuerte Amber: 200 rupias (3€), entrada combinada: 300 rupias (4,6€), visita guiada: 250 rupias (3,8€)
Rainbow restaurant. 72 Amer Road, near Post office. Ramgarh, Jaipur. Thali vegetal: 160 rupias (2,45€), malai kofta: 140 rupias (2,15€), curry de champiñones y guisantes: 140 rupias (2,15€), arroz frito vegetal: 120 rupias (1,85€), nan de mantequilla: 48 rupias (0,75€), mango lasi: 60 rupias (0,90€)
Tren de Jaipur a Kota, 2182 / Dayodaya Exp, AC 2 Tier (2A): 497 rupias (5,60€). Los billetes de tren los compramos en la web de Cleartrip.
Transporte de la estación de Kota al hotel en Bundi: 750 rupias (11,45€)
Hotel Katkoun Haveli. Habitación doble: 850 rupias sin desayuno (13€). Alquiler de estufita eléctrica: 100 rupias al día (1,5€).
Eiii! Què xula la foto a dalt de l'elefant 😀
La pintura que porten també és molt bonica (clar que no sabem la gràcia que els hi deu fer als elefants que els guarneixin tant… potser ja hi estan acostumats).
I quina meravella el Jai Mandir i el Hawa Majal!
Estoy preparando mi viaje a la India para este verano y me ha gustado mucho tu relato, por fin he descubierto como llegar de Jaipur a Bundi ya que en la página de los trenes no viene ni la estación. Gracias por compartir tu relato. ;D
Puff.. que buenos recuerdos me hatraido este articulo.. Yo estu ve Jaipur en el 2007 y fue uno de las ciudades mas bonitas de mi recorrido por India.. Gracias por compartilo..
Però com no volies que et fessin fotos???……….jajajajaja
M'ha agrada't molt el relat, potser algun dia ens deixarem caure per aquí!!
La turistada de montarse en elefante, por mucho que sea un precio "caro" hay que hacerla, no hay más remedio xDDD
Anda que menuda traductora en Amber, ya me puedo imaginar el tipo de comentarios que le harías a tus amigas y el guía mirando con cara rara, diciendo vaya si tengo gracia leche 😀
Muy buena entrada y genial la última foto sobre el elefante xDD
Saludos!!!
Que tal Isabel! A mi Jaipur fue uno de los lugares que más me gustó de India, y si vuelvo a ir por esa zona, posiblemente repita.
A mi me pasó exactamente lo mismo que describes sobre el cansancio. Los primeros días te agotan pero estás como en una nube sorprendiéndote por todo. Cuando llegas a un sitio que sabes que va a ser más relajado, en mi caso Udaipur, te vienes abajo y no te apetece más que relajarte… y en nuestro caso con temperaturas ardientes.
Espero las siguientes entradas…
Un besazo!
PD: Mírala, como una reina sobre el elefante…
La turistada del elefante la quiere hacer en Tailandia! jejejeje Y aunque sea caro es algo que casi que es obligatorio hacer.
Así que llegaste muy cansada entonces… Si es que en los viajes, nos solemos todos pegar unos palizones!! jajaja
Un abrazo
Venga que aunque turistada montar en elefante no todos los días tiene uno la oportunidad de disfrutar de esa experiencia. A mí en Tailandia me encantó. Pedazo de de entrada isabel, me estás contagiando las ganas de ir a la India..pero en época de menos frío!!
Un saludo
Hola Isabel!
Que buena entrada, tiene una pinta estupenda Jaipur, mis ganas de conocer India cada vez van a más… no puede serrr jajaja.
Había visto fotos del Hawa Mahal ("palacio de los vientos", no?) y tiene que ser precioso.
Y lo del elefante, supongo que es de obligación jajaja
Saludos¡¡
La subida al elefante era actividad obligatoria! pero me quedo con la sensación de nadas durante 5 minutos entre elefantes por error! jaja
Aunque nuestra visita a jaipur fue muy rápida, para mi fue la ciudad más impactante a nivel de pobreza. Tuve momentos duros en ese aspecto. Gracias por la entrada y todo el montaje Isabel, fue un viaje fantástico!
Mireia
Hola Míriam!
Doncs la veritat es que no se si les pintures deuen molestar als elefants… potser no si no estarien més nerviosos, no?
Hola Babyboom,
Me alegro que te haya podido solucionar la duda. A mí me costó también un poco encontrarlo, y luego no fue la mejor manera. Muchas gracias por comentar! 😀
Hola Jesus G.
Que bonito que el relato te haya evocado tus buenos recuerdos en la ciudad. ^^
Hola Ibn,
Ja, ja! Si es que jo quan faig les coses les vaig bé! XD A veure si un dia us quedeu per allà i visiteu una mica de Rajastán, que te coses maques també! 😀
Hola José Carlos,
Si que es una turistada, pero vale la pena pagar las 900 rupias, ya que en casa te es casi completamente imposible. Ja, ja! Mis habilidades traductoras son de lo más! XD Es que claro, tener que repetir todo el rollo histórico a veces era un poco palo, así que decidí amenizar la visita! XD
Hola Víctor,
Que bonito que tiene que ser Udaipur, nosotras tuvimos que escoger entre Udaipur y Bundi y al final optamos por Bundi por ser menos conocida. Pero se ha quedado pendiente para la próxima vez.
Hola M.C.
Espero poder ir pronto Tailandia para hacer la turistada allí! XD Por suerte dentro de poco tú estarás por allí! ^^ Ya te digo, si es que al final nos olvidamos que estamos de vacaciones!
Hola Fran,
Je, je! En la India creo que hay pocos meses “ideales” para visitar la India, creo que lo mejor es ir en noviembre o en febrero, fuera de estos dos meses o te congelas de frío o te asas de calor, no hay término medio… Me reitero otra vez, que ganas de ir a Tailandia! 😀
Hola Dany,
Sí, el Hawal Mahal es una pasada, hace poco que lo han restaurado y luce precioso. Espero que pronto puedas visitar la India, la verdad es que lo merece y es muy fácil viajar allí. ^^
Hola Mireia!
Ja, ja! Menuda temeridad, yo pensaba, ahora nos chafara uno y se liará parda! XD Me alegro que al final te animaras a venir con nosotras aunque fuera solo para diez días. Nos lo pasamos genial y tenemos que repetir escapada pronto. A poder ser con calorcito! ^^
Gracias a todo por comentar. De corazón! 😀
Que ecuerdos me traes,ya me he pueso al dia.Si hubieseis bajado la colina del templo de monos habriais visto el vedadero templo de monos,el templo de Galta.
http://losmochilines.blogspot.com/2009/12/capitulo-10-descubriendo-la-ciudad-rosa.html
A mi me encanto.
Un saludo y esperando nuevos capitulos
Dices en varios pasajes de tu diario que habeis pasado bastante frío, pero no he leído en qué época habeis ido. Tengo programado ir desde mediados de enero hasta principios de febrero (incluido Nepal) y necesitaria saber si hara mucho frio para preparar mis maletas. Gracias por tu respuesta,.
Hola Delia,
Fuimos del después de reyes durante 18 días y pasamos un montón de frío. También porque dormimos en hoteles más o menos económicos que no tenía calefacción ni nada. Si nos hubiéramos gastado un poco más el viaje hubiera sido un poco más cómodo 🙂
Buen viaje 😀
Gracias por tu amable respuesta!!!!!!!!!!!
NO MONTAR ELEFANTES!!!! TURISMO RESPONSABLE!