Ese fue nuestro último día entero en Marrakech. El día amaneció espléndido y no hacía nada de frío en la terraza del riad. Nos esperaban unas tortitas con té, yogur y zumo para desayunar. ¡Definitivamente iba a echar de menos los desayunos en la terraza!
Aquella mañana la queríamos dedicar a pasear por los zocos y a ir de compras. Teníamos ganas de visitar el zoco de los tintoreros después de ver fotos en las guías de sus patios interiores con los tintes y las telas. Nos costó un poco ubicar el zoco en concreto y, de camino, compramos algún recuerdo y charlamos de fútbol con algún vendedor.
Cuando por fin llegamos, nos dimos cuenta que los patios interiores con depósitos de tintes no eran accesibles, pero un amable vendedor con perspectivas de negocio nos hizo pasar a su tienda y nos explicó un poco el proceso de teñido, siempre con ingredientes naturales: amapola para el rojo, te para el verde, índigo para el azul… Nos mostró sus telas teñidas y, de repente, me probó una de sus telas al estilo bereber. ¡La verdad es que me hizo mucha gracia! Finalmente, sin embargo, no le compramos nada. Aunque a mí me gustó el pañuelo que me probó, el regateo no es lo mío y lo dejé correr…
A la hora de hacer compras, nuestro plan era visitar el «Ensemble artisanal», un centro de artesanía donde los precios ya estaban marcados. Había de todo menos lo que yo precisamente iba buscando: un juego de vasos para tomar té. ¡Así que no me quedaba más remedio que volver a los zocos y regatear!
Para volver a la medina, nos sedujo la idea de ir en calesa. El día era espléndido y hacía calorcito, un lujo a principios de diciembre, así que, ¿por qué no disfrutar de un paseíto al descubierto? Después de pedir precios a unos cuantos conductores, al final llegamos a un acuerdo con uno que nos llevó a nuestro destino, el Mellah.
El Mellah es el antiguo barrio judío, donde todavía se puede visitar la sinagoga, que era nuestra intención. Entramos por una especie de mercado cubierto, con paradas de especias muy coloridas. A medida que avanzábamos por las callejuelas, nos dimos cuenta de que se trataba de un barrio muy humilde, y muchos niños se nos ofrecían para guiarnos hasta la sinagoga a cambio de una limosna. La sinagoga en sí tampoco tenía nada de especial, así que después de echar un vistazo, nos fuimos de vuelta a la cercana plaza de Qzadria para buscar un sitio donde comer. Unos amigos de Isabel le habían recomendado un restaurante y allí nos dirigimos. De camino al restaurante, pasamos por unas cuantas tiendas de artesanía donde vendían juegos de té. ¡Qué casualidad! En una de ellas había todo tipo de vasos, de todos los colores, decorados con pintura y con alpaca («plata alemana»).
Decidí que no iba a salir de allí sin un juego de vasos, aunque tocase regatear. El vendedor me dijo el precio de un conjunto pintado a mano muy bonito. Y entonces le dijimos que también nos gustaba una bandeja plateada y le propusimos un precio. Al final, conseguí una rebaja ridícula por todo, pero la conversación con el vendedor fue muy amena y, además, le dimos una pequeña lección de catalán y él lo fue anotando todo en una libretita.
Con el regateo nos había entrado hambre y por fin llegamos al restaurante Dar Mimoun. El interior era como un palacete, con su jardín, sus sofás y sus lámparas. ¡Todo un lujo! Nos pusimos las botas con un surtido de ensaladas marroquíes y unos tajines de cordero y pollo y cuscús de frutos secos (¡éste último era espectacular!).
Para digerir semejante banquete, qué mejor que ponerse en marcha, aunque al cabo de un rato, cuando llegamos a la calle de Bab Agnau, nos paramos a tomar algo en la Pâtisserie des Princes, donde se pueden comprar una gran variedad de pastas morunas de todo tipo. ¡Nosotros salimos con un buen surtido! Además, cabe decir que los dulces de esta pastelería no son nada empalagosos, contrariamente a la fama que tienen este tipo de pastas.
A media tarde, después de una mañana con un tiempo espléndido, se nos puso a llover y nos fuimos a refugiar en el riad. Aprovechamos para planificar la vuelta a casa de la mañana siguiente. Quedamos con los propietarios del riad que a las 7 nos pasaría a recoger un taxi para llevarnos al aeropuerto. ¿Y habría desayuno? ¡Por supuesto!, nos dijo el marido de Christine, aunque fuese tan pronto como a las 6:30. ¡Todo un detalle por su parte que valoramos mucho! Estuvimos un rato en la terraza cubierta esperando a que dejase de llover y luego, al anochecer, salimos a pasear por el zoco.
De noche, el zoco estaba muy animado. El ambiente era bonito con las luces encendidas y tenía un aire diferente a lo que habíamos visto por la mañana. Después de perdernos un poco, fuimos a buscar sitio para comer. Como nos encontrábamos cerca del Café des Épices, probamos suerte allí, pero nos dijeron que no servían cenas y, que si queríamos, podíamos ir a la Terrasse des Épices. Pero como no nos apetecía una cena de dos platos y postre, buscamos otra alterativa. Finalmente, y después de descartar el bullicio de Jemaa-el-Fna, nos tomamos unos sandwiches en las afueras de la medina que, sin ser muy típicos, estaban bastante bien. Cansados y satisfechos, regresamos al riad a dormir, puesto que a la mañana siguiente tocaba levantarse a las 6 de la madrugada.
La mañana siguiente nos levantamos y desayunamos puntualmente a las 6:30, tal como habíamos quedado. La verdad es que fue todo un detalle por parte del riad. A las 7 llegó el taxi y fuimos de camino al aeropuerto mientras amanecía en la ciudad. El taxista nos preguntó qué tal había ido nuestra estancia en Marrakech y le dijimos que nos había gustado mucho y que querríamos repetir. «Pues ya lo sabéis», respondió, «¡son sólo dos horas de viaje!». No tenemos excusa y ¡seguro que volveremos!
Datos de interés:
Ensemble Artisanal: Avenida Mohammed V.
Dar Mimoun: Derb Ben Amrane, 1, (entrada por Zitoun el Kdim)
Pâtisserie des Princes: Bab Agnau, 32
Tomo nota ,ya que regresamos en Semana Santa y no vimos el barrio de los tintoreros, ni estuvimos en el mellah, e iremos a probar esos dulces.
Saludos.
M'encanta la foto dels gats al zoco, resumeix molt bé com són els carrers d'allí!
Ai, i el menjar… aquell dinar a Dar Mimoun! És per tornar-hi tot plegat 😀
Moltes gràcies per deixar-nos que us acompanyéssim en aquest viatge!!
y colorin colorado este cuento se ha acabado 🙂
Ahora a pensar en volver!
Me gusta pensar en que quizas volvemos al sur durante el mes de Mayo. Inshala!
Ginger
Pues muy buena escapada. Os han quedado unas fotos muy chulas.
Me ha hecho gracia lo del regateo. Yo para eso soy igual… Soy capaz de pagar más de lo que piden, bueeeno, no tanto, pero casi, jejeje
Un saludo
Hola Daniel y Vanesa!
Me alegro haberos descubierto algo más de Marrakech. Que tengáis muy buen viaje! 😀
Ei Míriam!
A vosaltres per apuntar-vos, va estar molt bé l'escapadeta! 😀
Hola Ginger,
Lástima que vayáis en mayo, si fuera en abril aún nos apuntaríamos!
Hola Helena!
Me alegro que te gusten las fotos! ^^ Aun estoy aprendiendo a llevar la cámara réflex. Yo el regateo en el único sitio en el que le pillé el truco fue en una tienda en Jodhpur, creo que es cosa de dos para que salga bien. 😀
Un beso a todos! 😀
La verdad es que el regateo puede llegar a cansar! Pero cuando le pillas el truco, incluso es divertido! jejeje
Saludos
Hola!,
Acabo de descubrir tu blog y la verdad es que te has ganado un seguidor más … :), gracias por compartir.
Yo acabo de inaugurar un blog de viajes también, … la dirección es http://thewotme.com
Un saludo y hasta pronto!
Hola!
Me alegro mucho que te guste el bog y espero verte por aquí amenudo.
Un saludo,
Nos sirve de gran ayuda tu blog. Nos gustaría saber cuanto fue el precio de los vasos de te.
Gracias.
Marrakech una auténtica pasa, y el zoco está muy bien para perderse en él (literalmente, jejejejeje). Lo que menos me gustó que con las motos moviéndose por dentro de la medina se concentraba mucho humo, a veces casi no se podía ni respirar.
Un Saludo!!!!!
Me encanto el diario, estuve en Marrakech en mes de Mayo muy recomendable.