A pesar de que nos embadurnamos con Relec extrafuerte antes de ir a dormir, aquella noche los mosquitos nos habían acribillado igualmente. Mientras desayunábamos, le preguntamos al propietario si se podía hacer snorkel cerca. Nos comentó que los pescadores te adentraban en el mar unos cientos de metros y allí se podía ver alguna estrella de mar y algún pez, pero nada extraordinario. Lo cierto es que no nos los vendió muy bien, pero aun así, decidimos probar para al menos poder bañarnos en aguas un tanto cristalinas.
Después de desayunar, hablamos con los pescadores que estaban allí mismo y acordamos una excursión de un par de horas. Por 75.000 rupias por persona nos llevaron mar adentro y nos facilitaron el material de snorkel. Mientras íbamos navegando, poco a poco el agua marrón se iba transformando en agua cristalina.
Finalmente, decidí no hacer snorkel porque me había olvidado las lentillas y sin gafas no veo nada, así que mi compañero se tiró al agua y yo me quedé con el barquero, y en esas que el hombre se empieza a desnudar ante mi atónita mirada y cuando se quedó en ropa interior, también se tiró al agua.
Al principio, no entendí bien el propósito de esa jugada, pero cuando empezó a poner en la barca criaturas marinas lo entendí: si ella no puede ir al mar, que el mar vaya a ella. Lo que el barquero no contaba era con que yo no me sintiera cómoda mientras él de buena voluntad dañaba el ecosistema, así que, cuando sacó la segunda estrella de mar, le pedí que no tocara nada más, y devolví a su hábitat natural al pobre Patricio que se había quedado tieso a mi lado, seguramente del susto.
Como me quedé sola y hacía calorcillo, decidí tirarme al agua y al menos probar qué tal era eso de bañarse en el mar de Bali y lo cierto es que fue todo un gustazo, aguas cristalinas y nada frías, incluso sin gafas intuí algún pececillo de color y todo. Lo malo fue que al rato de estar allí se giró el tiempo y vimos que venía una tormenta con muy malas intenciones, así que volvimos a la barca y regresamos al hotel. Al poco de llegar, se puso a diluviar otra vez.
Estuvimos allí sin nada que hacer esperando a que llegara la una, hora en la que habíamos quedado con el conductor para que nos viniera a buscar y nos llevara de vuelta a Ubud. Lo bueno fue que el hombre se presentó una hora antes y así nos pudimos marchar de allí de una vez. Singaraja fue bastante decepcionante, la playa no es un lugar en el que poderse bañar, el hotel no era tampoco lo que esperábamos y con mal tiempo las actividades posibles en la zona se reducían a cero.
Para la vuelta a Ubud, decidimos hacer solo dos paradas en el camino. La primera, nuevamente en las cataratas Gitgit. Cuando llegamos allí no llovía, pero el cielo amenazaba con hacerlo, así que recorrimos los 800 metros que había entre el aparcamiento y la cascada lo más rápido posible. Por el camino te encuentras un montón de tiendas de recuerdos, lo que no dejó de sorprenderme porque realmente casi no había nadie visitando las cascadas.
El salto de agua de 40 metros es muy espectacular y está rodeado de naturaleza exuberante. No obstante, minutos antes de llegar allí empezó a llover un poco, así que tuvimos que dar media vuelta rápidamente antes de que se pusiera a diluviar de nuevo, cosa que hizo a los pocos segundos y nos tuvimos que acabar refugiando una tienda de recuerdos con su propietaria. Como no paraba de llover, acabé regateando con ella por un incienso. Lo malo es que la técnica de «si no me bajas el precio, me voy» no funcionaba porque sabía que no me iba ir con la que estaba cayendo. Por tanto, le acabé comprando el incienso por dos dólares, más por las molestias causadas que por otra cosa.
Cuando amainó un poco, volvimos al coche y fuimos a ver una de las maravillas de Bali: los arrozales de Jatiluwih. Desde que vi la foto, tenía muchas ganas de ir. Jatiluwih significa «realmente maravilloso» y entiendes por qué han sido reconocidos por la Unesco. Campos de arroz interminables a través de una carretera de 18 kilómetros. Miraras por donde miraras, seguían apareciendo más campos de arroz y en mi cabeza empezó a sonar la canción de los Beatles «Strawberry fields forever», pero en lugar de strawberries lo substituía por rice. Vale, sé que no rima igual, pero era lo que me venía a la cabeza.
El coche paró a un lado de la carretera y empezamos a caminar entre los arrozales, adentrándonos en esa inmensidad verde. Subimos, bajamos, cruzamos regadíos, saludamos a una que otra vaca y anduvimos durante un buen rato.
De vuelta en el coche, que estaba un poco lejos, paramos a comer en un warung (restaurante de barrio) nuevo bastante mono que tenía mesas con vistas a los arrozales. Nos recomendaron comer cualquier plato con arroz, ya que los preparaban con arroz rojo que se cultiva en Jatiluwih, y así lo hicimos. La comida estaba muy buena y nos permitió poder estar un buen rato contemplando el paisaje mientras comíamos.
A media tarde, volvimos al coche y pusimos rumbo a Ubud. Cuando llegamos al hotel, los empleados ya habían puesto nuestras maletas en nuestra habitación y nos habían preparado un zumo de papaya y banana con un trozo de pastel para merendar. ¡Cómo había echado de menos el Kebun Indah!
Cuando anochecía, fuimos hacia el centro para ver alguno de los muchos espectáculos de danzas tradicionales que ofrece el pueblo. En la oficina de turismo tienen folletos con todos los espectáculos que se hacen en Ubud, con precios y horarios. Nosotros queríamos ir al Palacio de Ubud a ver kecak, pero calculamos mal el tiempo y, como vimos que no llegábamos, entramos en otro templo que había a mitad de camino.
El kecak es una danza clásica y, teóricamente, está interpretada por cien bailarines y cantantes. La gracia de este espectáculo es que no hay instrumentos musicales y toda la música se hace con la voz y con palmadas, lo cual es bastante curioso.
El espectáculo se dividía en tres partes: en la primera, un grupo de hombres (no eran cien por lo reducido del espacio) se sentaban en círculo en el suelo y cantaban y bailaban. En el centro, dos bailarinas representaban una parte de la leyenda del Ramayana.
En la segunda parte, un grupo de mujeres se sentaban en el suelo y cantaban mientras dos niñas bailaban en estado de trance. Las dos bailaban miméticamente, haciendo coincidir todos sus movimientos pese a tener los ojos cerrados. Al finalizar la danza ritual, el pamangku o sacerdote reza y las bendice con agua sagrada.
Para finalizar, realizaron la danza Sanghyang Jaran, en la que ponen unas cáscaras de coco a arder en el suelo y un chico baila, otra vez en trance, con un traje de caballo. Lo más espectacular es cuando el chico empieza a pisar y a bailar sobre las brasas ardiendo.
Todo el espectáculo no duró más de una hora y media y, a pesar de no ser uno de los más reconocidos de Ubud, a mí me gustó mucho por la proximidad que había con los artistas y la poca gente que había en el templo, que hacía que todo fuera un poco más íntimo. Es lo bueno que tiene Ubud, es un pueblo donde se concentra toda la belleza y toda la cultura de la isla de Bali y para mí es un lugar imprescindible.
Datos de interés:
1. Snorkel con un barquero local: 75.000 rupias (6,25€) por persona.
2. Taxi de Singaraja a Ubud parando en Gitgit y Jatiluwih: 350.000 rupias (29,30€).
3. Entrada a la cascada de Gitgit: 5.000 rupias (0,40€).
4. Entrada a los arrozales de Jatiluwih: 10.000 rupias (0,80€).
5. Warung Dhea Jatiluwih. Nasi goreng Jatiluwih: 34.500 rupias (2,8€), mie kuah: 17.200 rupias (1,40€), cerveza: 18.400 rupias (1,55€).
6. Kecak & fire dance. Templo Padang Tegal. Ubud: 75.000 rupias (6,25€).
7. Hotel Kebun Indah. Habitación Kodok 259.000 rupias (21€), incluye desayuno.
Encontrarás más datos en la mini guía del viaje a Indonésia. ¡No te la pierdas!
¡Qué bonito el espectáculo! Me está encantando este viaje.
Un saludo
Quina meravella els camps d'arròs! Tenies raó, són espectaculars!
Ai, pobre Patricio, sort que el vas tornar al mar 😀
El Kecak el trobo molt bonic, no sé si és pels gestos o pels vestits de les ballarines.
Precioses les fotografies dels arrossars! I aquest Nasi Goreng…mmmmmm…m'ha obert la gana. Crec que ha arribat el moment del meu segon esmorzar :P!Un viatge genial! Una abraçada i Fins aviat!
Hola, me ha encantado el relato, uyyy sacándote las estrellas de mar!! bueno menos aml que lod ejo de hacer, las fotos de los arrozales preciosas, la comida me ha parecido de lo mas apetitosa, besos
Qué pasada de fotos y qué pasada de lugares!! Me está encantando el relato… sigo atenta
Un saludo, Amaia!
Buen viaje!! jajaja menuda la entrada al baño.
Felicidades por el blog.
Un saludo
Y yo me estaba perdiendo esto, maaaadre, lo que he tardado en ponerme al día, pero ha merecido la pena, me ha encantado todo, madre mia, que pasada!!
Besos!!
Hola a todos! \(^o^)/ Que ilu, cuantos comentarios! 😀
Hola Helena! Me alegro que te esté gustando el relato, los días en Bali están tocando a su fin, pero aun queda alguna que otra sorpresa! 😀
Ei Míriam! Doncs si el kecak és bastant espectacular, i com tu dius és un compendi de tot. Lo de Patricio, pobre quin susto es deuria emportar. Al menys després de treure aquest va parar…
Bones Belle! Quant de temps! 😀 Je, je! El nasi goreng estava súper bo! :9
I a sobre estava fet amb arròs de Jatiluwih!
Hola Bellotita! Sí, a mi no me gustó nada que se pusiera a sacar cosas del agua. Supongo que el hombre lo hacía con toda su buena intención, pero no era el caso…
Hola Amaia y Tienenojos! Bienvenidos! Muchas gracias por haceros seguidores y por comentar en el blog! ^^ Me alegro un montón que os guste el blog y sinceramente espero seguir viéndoos por aquí. 😀
Buenas Almudena!
Me alegro que hayas encontrado tiempo para pasarte, que imagino que estos días no te debe sobrar mucho. La verdad es que no le daba nada a Bali, y al final me gustó mucho. A pesar de ser muy turística, aun conserva zonas que valen mucho la pena de visitar… menos el baño que había en las cascadas! XD
Muchas gracias a todos, de verdad, de todo corazón! 😀
Un beso
Buaaa!! Que verdadera maravilla de paisajes, de relato y de momentos…
La verdad es que da gusto leerte Isabel.
Me estoy poniendo al día de relatos retrasados. Un abrazo muy fuerte
Isaac
Qué pasada de experiencia, qué aguas, qué arrozales… Qué fantástico!!!
Me ha hecho mucha gracia el pobre Patricio… hehe
Y me ha gustado mucho como relatas las danzas/rituales. Es muy interesante conocer estos aspectos culturales.
Un abrazo!
Enhorabuena por el blog y las excelente fotos. Seguiré su blog. Le invito a asomarse al mío.
Saludos.
Hola Isaac!
Me alegro de que hayas encontrada un hueco para pasarte por aquí! 😀 Ya lo dijo Sele en su día, Indonesia es uno de los países más completos que podemos visitar y no defrauda a nadie! 😀
Ei Blai!
Sí, pobre Patricio seguro que aún se está recuperando del susto… Lo de las danzas es muy bonito e interesante. Nosotros fuimos a dos espectáculos en Ubud, pero la variedad era infinita!
Hola Antoni!
Primero de todo darte la bienvenida al blog! Me alegro que te guste! ^^ Si quieres podemos hacer un intercambio de links, que te parece?
Un beso a todos!
La comida mira muy bien! También, buen trabajo con los fotos.