Esa mañana nos levantamos pronto porque, como no sabíamos cuántas horas nos llevaría la excursión en moto, queríamos aprovechar al máximo las horas de sol. Así que a las 8.30h ya estábamos en marcha.
La primera parada fue en el Pura Goa Gajah, a unos 15 minutos de Ubud en moto. También denominada, no sé muy bien por qué, «la caverna del elefante». Lo que más destaca es la entrada de una cueva en que la roca está esculpida con la forma de una especie de demonio y dentro de esta cueva se encuentran unas pequeñas estatuas. Se cree que el conjunto data del siglo XI, aunque todo lo construido alrededor se construyó a principios del siglo XX. Descubrimos un camino que bajaba hasta un arroyo y una cascada con grandes rocas con inscripciones extrañas. Y seguimos por el camino, internándonos en la selva hasta que, totalmente sudados y agobiados por el calor, decidimos volver a la moto.
Tras la visita, nos dirigimos al Pura Penataran Sashi. Llegados a este punto, una pequeña anotación: Bali es a templos lo que Roma a iglesias, así que al final uno acaba un poco cansado de visitar tantos templos. Por tanto, es aconsejable hacer una selección. Nosotros visitamos este templo porque nos lo recomendaron en la oficina de turismo y una vez allí un señor nos dio una pequeña explicación sobre las partes del templo a cambio de unas rupias.
Unos quince minutos más tarde, volvimos a la moto. Hacía mucho calor, pero cuando ibas en la moto hacía un fresquito muy agradable, con lo que no se nos hizo nada pesado. De hecho, estábamos disfrutando mucho de nuestro vehículo motorizado, ya que nos daba la libertad de ir adonde se nos antojaba. Si teníamos sed, parábamos, y si queríamos disfrutar de un paisaje, también. Lo dicho: total libertad.
Llegamos al Gunung Kawi y dejamos la moto en la misma entrada. Los vigilantes nos guardaron los cascos para que no fuéramos tan cargados durante la visita. En el Gunung Kawi destacan los nueve enormes monumentos con forma de candi que están excavados en la roca de la colina. Para llegar a ellos hay que bajar un buen tramo de escaleras, atravesar un río con campos de arroz a un lado y un templo. En el templo, ese día estaban preparando una celebración, y había hombres y mujeres preparando las ofrendas. Casi no había visitantes, con lo que pudimos verlo todo con mucha calma y disfrutar del magnífico entorno. También hay un pequeño recinto excavado en la roca en el que solo se puede entrar descalzo.
Muy sudados, volvimos a la moto para poner rumbo a nuestro último destino de la mañana: el volcán y el lago Batur. Seguimos conduciendo por la carretera hasta que llegamos a punto en el que había una especie de garita en el que tuvimos que pagar una entrada y, una vez pagada, seguimos conduciendo unos metros hasta llegar al mirador desde donde se podía contemplar el volcán y el lago del mismo nombre.
En el mirador había varios vendedores intentado hacer alguna venta sin éxito y varios restaurantes con vistas magnificas y precios desorbitados. Todos los restaurantes eran tipo bufé y el menú salía por 65.000 rupias. Después de debatirlo un buen rato, al final entramos en uno donde nos dejaron el precio por 40.000 con las bebidas aparte, pero lo cierto es que pagabas por las vistas, ya que la comida no era gran cosa.
Y hasta aquí, amiguitos, el relato de un día fantástico en el que nos lo pasamos la mar de bien con la moto. Lo sensato hubiera sido volver al hotel a darnos un bañito en la piscina, pero llegados a ese punto de euforia motoril, decidimos hacer el Forrest Gump: ya que hemos llegado hasta aquí, podríamos aprovechar la tarde para ir al Pura Besikah, que en el mapa parece que está aquí al ladico…
Y nos pusimos a conducir y conducir, y el templo no llegaba. Conducir en Bali no es complicado, las carreteras solo tienen algún que otro bache, pocas curvas (si no atraviesas montañas) y poco tráfico, pero está todo muy mal indicado. Así que teníamos que estar parando cada dos por tres a preguntar y, una de esas veces, al volver a arrancar, perdí el control de la moto, rocé el arcén a velocidad tortuguil… y patapof contra el suelo.
Recuerdo que la caída pasó a cámara lenta y, mientras el suelo se acercaba, esperaba parar de caer de una vez, y cuando paré, ahí me quedé sin moverme del suelo pensando en mi propia estupidez y en lo cansada que estaba. Tan quieta y tan silenciosa me quedé, que a mi compañero casi le da un ataque pensando que ahí me había quedado. Solo fueron 10 segundos, pero para él fueron una eternidad. Antes de que me diera cuenta, estábamos rodeados de lugareños que habían venido a socorrernos. Me incorporé y comprobé los daños: rodilla amoratada, codo sangrando un poco y lateral de la moto rascado.
Dicen los balineses que la vida está regida por espíritus buenos y malos y que cuando uno tiene mucha suerte seguida, tiene que pedir a los malos espíritus que equilibren un poco la balanza. Pues bien, yo lo hice de golpe (y nunca mejor dicho). Mientras estaba sentada en el suelo, una decena de hombres hablaban y explicaban lo ocurrido a unos policías, ya que justamente nos accidentamos a unos 100 metros de una comisaría de pueblo. Ante la cara de consternación y preocupación de todos, me alcé repitiendo una y otra vez: It’s OK! I’m alright! It’s OK! I’m alright! Me limpié la herida, con agua, me puse la mercromina que me ofrecieron muy amablemente, comprobé que la moto funcionaba y seguimos el camino.
Mientras conducía, me seguía repitiendo: «It’s OK! I’m alright!», pero no estaba bien. Estaba cansada, quemada por el sol, rebozada entre el sudor y la arena del camino y el brazo me dolía horrores. Así que, al cabo de un rato, optamos por pasar de ir al Pura Besikah y dimos media vuelta. Queríamos volver al hotel.
El camino a Ubud no fue fácil. No éramos conscientes de lo mucho que nos habíamos alejado, solo disponíamos del pequeño mapa esquemático de un folleto que nos habían dado en la oficina de turismo, así que nos equivocamos varias veces de camino y tuvimos que circular 30 minutos por una carretera en obras sin asfaltar llena de camiones.
Dos o tres eternas horas más tarde, por fin aparcamos la moto en la tienda de masajes del hotel y directamente entré y les dije: «Necesito un masaje relajante, ¿es posible ahora?». Con tantos templos como hay en Bali, siempre hay ceremonias en curso, y uno de los masajistas se tenía que ir antes ese día, así que al final acordamos hacer un masaje de treinta minutos para liberar la tensión en espalda y cuello. Como ya os comenté, los masajes allí son muy dolorosos, y este especialmente me dolió mucho, así que aparte del piño con la moto le tuve que sumar a mi cuerpo una paliza en forma de masaje. ¡Perfecto!
Cansada, dolorida, asqueada y con muy mal cuerpo, buscamos un sitio en el que cenar e irnos pronto a la cama. Al día siguiente, nos íbamos a la playa, a la zona norte de la isla, en Lovina, esperando que una vez allí nos olvidaríamos de la segunda parte de aquel día.
Datos de interés:
Hotel Kebun Indah. Habitación Kodok 259.000 rupias (21€), incluye desayuno.
Alquiler de la moto todo el día: 50.000 rupias (4,2€).
Entrada Pura Goa Gajah: 15.000 rupias (1,25€).
Donación Pura Panataran Sashi: 10.000 rupias (0,8€).
Gunung Kawi: 15.000 rupias (1,25€).
Restaurante en el lago Batur. Menú bufé 65.000 rupias (5,4€), bebidas e impuestos aparte.
Masaje 30’ libera-tensión cuello y espalda en la tienda del hotel: 75.000 rupias (6,3€).
Warung Ubud: Cerca del hotel. Ensalada 22.000 rupias (1,8€), sate de pollo: 38.500 rupias (3,2€).
Encontrarás más datos en la mini guía del viaje a Indonésia. ¡No te la pierdas!
Dues catalanes en moto a l'Índia… quin perill
Ei, no! Que això és a Bali! Ni boja hagués anat en moto per la India, conduint jo…
Quin ensurt amb la moto! Sort que es va quedar en això!
M'encanta la foto de les terrasses d'arròs, i les estàtues amb pitet em recorden a Jizō…
Por fin puedo escribir en tu blog!!! Son increibles tus fotos con ese colorido…
Tenía ganas de que volvieras y pronto a ponernos más al día de la India
Ei Míriam!
Doncs sip, menys mal que tot va quedar en un ensurt… si t'agraden les terrasses d'arròs esperat a veure les de Jatiluwih en un parell d'entrades! 😀
Hombre Perpi que alegría leerte! 😀 Me alegro que hayas encontrado un tiempo para pasarte y comentar, la verdad es que se te echaba de menos. A ver si nos vemos pronto y te explico las aventuras indias… 😀
Ya tenía ganas de que retomaras el reportaje, me ha encantando todo lo que has mostrado de Bali en especial Gunung Kawi, eso si encima que ibais cansados un masaje de esos que te dejan aún peor, si es que… xD
Pero bueno al siguiente día os tocaba playa, así que a compensar jeje
Saludos!!!!
Uy, ya verás la playa… Seguro que no es como te la imaginas…
Hey Crivillé… digo Isabel!! jajjaja.. es broma, no te enfades conmigo jejejeje. Seguro que yo hubiera tardado menos en caerme y llegar al suelo, pero la verdad que me ha gustado la idea de la moto y lo tendré en cuenta para esos lugares. Pero no te piden nada??? algo??…
Me estoy poniendo ahora al día con algunos relatos y veo que ya has publicado otro… Poco a poco los voy leyendo que ahora tengo menos tiempo para esto.
Un abrazo!
PD: no te cabe en la maleta nadie para que me lleves a Cantabría??? ejejeje..
Ei! Pues no, no te piden nada de nada. De hecho el dueño de la moto me miraba con cara de escepticismo, pero en realidad no es tan difícil de llevar, solo que con el paquete cuando arrancabas era difícil mantener el control. Aunque quizás también fuera por la poca fuerza que tengo.
Tranquilo, estos días también voy bastante mal de tiempo y tengo muchos relatos pendientes!
A Cantabria no me importaría hacerte un hueco, aunque aun no se si podré ir…
Besos,
Pero qué pintorra tiene Indonesia… Ya… no paro de decírtelo, qué pesada soy 😛
Hola Inés!
Espero que puedas ir pronto! Es una pasada de país! 😀
Hola Isabel. Lo primero felicitarte por el blog porque esta súper currado. No sé si me gustan más las fotos o los comentarios del viaje. Me ha molado mucho la idea de pillarte una moto, pero no tengo carnet, ni de moto ni de coche. Es necesario para el alquiler de la moto? Muchas gracias 🙂