El fin de semana del 1 al 3 de julio asistimos al evento de instagramers #Ibizaconbalearia invitados por Baleària. Esta empresa de ferrys es muy conocida en la costa mediterránea por las líneas que conectan la Península con las Baleares, aunque también tienen líneas entre Miami y Bahamas o entre Cádiz, Ceuta y Tánger.
El viernes al anochecer zarpamos desde Barcelona en dirección a las Pitiusas y al amanecer ya estábamos en el puerto de la capital ibicenca. El tránsito de una a otra orilla fue muy bien. Cenamos algo ligero en el bufé del barco Nápoles y luego dormimos como troncos en el camarote mientras las baterías de los móviles se recargaban al máximo para poder hacer muchas fotos al día siguiente.
Como el ferry llega a Ibiza hacia las seis de la mañana, nos gustó que Baleària ofrezca, siempre que la ruta lo permita, la posibilidad de hacer late check out y quedarte durmiendo en el camarote hasta las ocho, para así poder alargar un poco las horas de descanso.
Una vez en Ibiza, paseamos por el centro hasta que llegamos a la Plaça de sa Constitució donde se alza el Mercat Vell o mercado viejo. Allí nos sentamos en la pintoresca terraza del Croissants Show y desayunamos café y unas pastas fabulosas. En este local se dan cita los madrugadores y los que apuran las última horas de la noche anterior, ya que abre a partir de las seis de la mañana.
Todavía quedaba algo de tiempo antes de la reunión con el resto de instagramers, así que subimos a Dalt Vila, el casco antiguo de Ibiza, para hacer algunas fotos. A esa hora de la mañana, la ciudad justo empezaba a desperezarse, pero los rayos de sol iluminaban con fuerza las calles estrechas y vacías de lo alto de la colina. Sacamos fotos a un montón de rincones atractivos y a las vistas magníficas del puerto y el mar.
Al mediodía nos reunimos con los instagramers en el Baluard de Santa Llúcia, en en Es Polvorí, una pequeña sala de exposiciones que ocupa un antiguo polvorín que data del siglo XVIII. Según nos contó la guía más tarde, los ibicencos tienen una expresión para referirse a algo muy antiguo que incluye este antiguo almacén de pólvora que explotó de forma trágica en el s.XIX cuando lo alcanzó un rayo durante una tormenta.
Acudieron a la cita varios manIgers españoles, especialmente instagramers de las Baleares y varias ciudades levantinas, todos ellos gente muy simpática y amena. Nos hicimos unas fotos de grupo y varios medios de comunicación locales hicieron entrevistas y fotos para cubrir la noticia.
Cuando el sol estaba en su cénit, una guía nos condujo a todos a través de las callejuelas de Dalt Vila y nos contó detalles interesantes de su historia. El bastión defensivo donde empezamos, por ejemplo, es uno de los siete que rodean el barrio viejo de Ibiza y que se representan en el blasón de la villa. Fue Felipe II quien mandó reforzar las defensas para hacer frente a la expansión del imperio otomano. Son el segundo recinto amurallado más extenso de todo el Mediterráneo.
Más adelante pasamos por el Camp de sa Traició que, según la leyenda, es el túnel que usó el ejército de la Corona de Aragón para tomar la Medina Yabisa, que era como se llamaba la ciudad en manos del califato de Córdoba. Al parecer, fue un árabe quien abrió el portón a los cristianos para vengarse de su hermano, el gobernador, quien le había robado una de las mujeres de su harén.
Subiendo cuesta arriba, pasamos por delante de la Asociación de Amigos de Cristobal Colón. Y es que el descubridor de América era originario de Ibiza según la teoría del periodista Nito Verdera, que se basa en un estudio del apellido «Colom» y la forma de escribir del famoso marino.
Al final de la calle, pudimos entrar en la catedral que corona la cima. Tras la reconquista, se edificó aquí una iglesia sobre la antigua mezquita y siglos más tarde se convirtió en catedral. En ella predomina el estilo barroco valenciano, con un ábside de gótico catalán. Junto a la catedral se alza el castillo y almudaina de Ibiza, que en la actualidad es un Parador de Turismo en plena fase de reformas.
Después fuimos a comer al restaurante All, frente a la playa de Es Figueretes. Nos llegaba la brisa del mar y las vistas de la playa eran estupendas. Por su parte, la comida es sofisticada y sabrosa. Primero nos trajeron unos entrantes: pinchos de gambas con algas y salsa wasabi, carpaccio de ternera. De segundo: un delicioso pedazo de bacalao con alioli gratinado sobre unas rodajas de pera caramelizada. De postre: piña con mus de maracuyá.
Por la tarde nos llevaron en minibús hasta Ses salines, donde los seres humanos llevan obteniendo sal desde los últimos dos mil setecientos años. Además de la sal, esta zona forma un parque natural que se extiende por mar hasta llegar a Formentera, con un contenido marino siete veces superior al terrestre. Desde 2001, la zona de Ses salines está gestionado por el «Govern» de las islas Baleares que se esfuerza en conservar esta zona por la riqueza de su flora y fauna. La primera destaca por los prados submarinos de Posidonia oceanica, una planta vital para el ecosistema, que la UNESCO declaró como Patrimonio de la Humanidad. En el apartado de la fauna destacan las 210 especies de aves censadas en el parque, como los elegantes flamencos.
Por desgracia, no tuvimos mucho tiempo de hacer una de las visitas guiadas por las salinas que se organizan en el centro de interpretación de Sant Francesc de s’Estany, pero tal vez volvamos en el futuro para explorarlas más a fondo. Esta vez nos contentamos con acercarnos un poco a las salinas y visitar también la zona frente a la playa de Ses Salines, donde tomamos varias fotos junto a los instagramers.
Para terminar el día, es genial acudir a contemplar la famosa puesta de sol de Ibiza, y para eso nos dirigimos a Sant Antoni, una población pesquera al otro lado de la isla. Después de una ducha rápida en el hotel Tanit, fuimos al Hostal La Torre y disfrutamos de un crepúsculo espectacular en la terraza del restaurante, acompañado con música ambiental del DJ. Este local renovado hace poco y de estilo boho-chic es bastante tranquilo y tiene mesas situadas en las rocas orientadas al mar para disfrutar del espectáculo natural de ver cómo la naranja se funde en el horizonte hasta desaparecer. Cuando el sol se va a dormir, los turistas europeos también desaparecen poco a poco.
La cena fue tan espectacular como la comida. Entrantes preparados con mucho estilo, desde croquetas, boquerones y chipirones fritos hasta gambas rojas. Y de segundo recomendamos el ceviche y la pata de pulpo. Para terminar de redondearlo todo, el coulant de dulce de leche es para tirar cohetes.
Al día siguiente volvimos a subir al barco de Baleària para volver a Barcelona. Desde la cubierta observamos cómo los operarios desamarraban el barco. Frente a la proa pasó el inmenso yate de Mijail Rogonoff, amigo de Putin, y luego un velero antiguo de bandera holandesa. Al mediodía almorzamos una ensalada y pinchitos de pollo o pasta carbonara y luego descansamos el resto del camino en el camarote, preparando este artículo mientras recordábamos lo bien que lo habíamos pasado.
Esta fue nuestra primera vez en Ibiza, nada más que una brevísima introducción. Pero nos han entrado muchas ganas de visitarla más a fondo y bañarnos en sus aguas turquesas. Islas Pituisas: ¡Volveremos!
Datos de interés
Si viajáis con el coche en el ferry de Baleària y habéis pedido el late-check out al comprar el billete, tenéis que avisarlo a los operarios al acceder al párquing para embarcar el coche. Así os indicarán dónde aparcarlo sin que moleste a la hora de desembarcar. Si la pausa entre rutas es suficientemente larga, la opción de late check out estará disponible en la web a la hora de comprar el billete. En la recepción del barco os darán un cartelito de «no molestar» para que pongáis en la puerta antes de ir a dormir. Así no os despertaran por la mañana cuando el barco atraque en el puerto. Podéis encontrar más información del late check out en este enlace.