¡No hija, no! No pensaba quedarme ni un día más en cama. Si hacía falta saldría con una sonda incorporada, pero nanai de perder otro día.
Antes de ir al estado de Chiapas, en México todo el mundo me decía que tenía que ir a San Juan Chamula. Unos me lo recomendaban por las peculiares tradiciones que aún se practican allí. «Ya verás, cuando vayas a la iglesia alucinarás» me decían, aunque otros afirmaban que todo lo que se vivía allí era una farsa para atraer los turistas. La cuestión es que nunca he creído en las verdades absolutas y menos viniendo de gente que no es fuente fidedigna de la información. Así que decidí incluir la visita a nuestro itinerario por el país
Días antes de llegar, cuando estábamos visitando las cascadas de Misol-ha, conocimos a un guía que nos hizo la típica foto con el salto de agua de fondo y, charlando con él, nos explicó que era de San Cristóbal de las Casas y nos dijo que teníamos que ir a San Juan Chamula, pero no con una agencia local, sino con Raúl. «Estad a las nueve en la cruz maya que hay delante de la catedral de San Cristóbal y Raúl os encontrará». Personalmente, me pareció curiosa la recomendación, pero después de que Bela, la propietaria de nuestro B&B, parafraseara las mismas palabras, decidimos presentarnos en el lugar y a la hora indicada para ver si el tal Raúl se presentaba. Y, efectivamente, Raúl apareció.
De hecho, Raúl era el propietario de una pequeña agencia que hacía un tour por dos de los pueblos indígenas que hay cerca de San Cristóbal y la visita la hicimos con Manuel, que era un hombre bajito y muy culto. Cuando reunieron un grupillo, nos dirigimos a la furgoneta, y como la mayoría del grupo no hablaba español, acabamos haciendo la visita en inglés. Durante el trayecto estuvimos conversando con Manuel sobre Barcelona, el fútbol (sí, a la que mencionas que eres de Barcelona siempre acabas hablando del Barça) y sobre Chiapas.
De San Cristóbal de las Casas a San Juan Chamula hay más o menos una media hora. Al llegar, la furgoneta aparcó al lado del cementerio y, mientras bajábamos, una multitud de niñas, mujeres y ancianas se arremolinaron alrededor nuestro para vendernos todo tipo de manualidades y abalorios muy insistentemente, pero a la que vieron a Manuel bajar de la furgoneta se fueron sin decir ni pío.
—En cuanto me ven, se van, porque siempre le digo a la gente que traigo que no compren nada. ¿Veis ese autocar que hay allí arriba? Los guías suelen decir a los turistas que traen que la gente de aquí es muy pobre, que así les ayudan a sobrevivir. Pero eso no les ayuda, el dinero que le des a un niño acabará en una máquina de videojuegos, gastado en chucherías o Coca-cola, no en comida.
Con este discursillo empezamos la visita a San Juan Chamula desde su cementerio. Por lo que nos explicó Manuel y las otras versiones que contrastamos días más tarde, supimos que San Juan Chamula es el centro de una comunidad de diversas aldeas tzoziles. Los tzoziles de la comunidad de San Juan Chamula tienen su propio código de usos y costumbres aprobado por el Gobierno de México y algunas costumbres de «constitucionales» no tienen mucho. Que conste que todo lo que relataré a continuación es la percepción que recibí durante una breve visita, así que quizás puede quedar lejos de otros puntos de vista.
Antes de explicar nada, Manuel nos recordó que se podían hacer fotos de planos generales, que no enfocáramos a nadie, en especial a los «guardianes» y a los «ancianos» del pueblo. Los guardianes son unos señores que van vestidos de blanco y llevan un chaleco de lana blanca. Mucha gente opina que no les gustan que les hagan fotos porque ellos creen que la foto captura su alma, lo que, aunque era cierto, Manuel nos dijo que una vez llevó unos escritores de una revista de viajes y por 1.000 pesos y tres cajas de cerveza pudieron hacer todas las fotos que quisieron durante 15 minutos.
El cementerio estaba cubierto de cruces de madera de diversos colores: negro si había muerto viejo, blancas para los niños y azules para el resto. Éstas sólo tenían inscrita la fecha de la muerte ya que, según nos explicó, «no se celebran los nacimientos». Tras visitar el cementerio, empezamos a caminar hacia el pueblo. Al ser domingo, se celebraba el mercado semanal. Mientras caminábamos, Manuel nos explicó que los niños no son escolarizados y que hay un gran índice de alcoholismo en las familias, lo que da lugar a maltratos físicos y sexuales. Y para colmo, a la niñas se las casa aun siendo niñas (12 años). Aparte, hacía unos 20 años, alguien muy avispado (seguramente representante de Coca-cola) fue a la comunidad y empezó a regalar Coca-colas a todo el mundo diciendo que era bueno, y la gente se acostumbró tanto a la Coca-cola que ahora tienen adicción. Aparte de que es veneno puro, es que el hecho de pasarse todo el día bebiendo Coca-cola hace que se te quite el hambre, con lo que hay muchos niños y adultos con malnutrición, problemas de caries y diabetes. Incluso hay mujeres que dan Coca-cola a bebés de pecho en lugar de leche materna. Manuel achacaba este hecho a la incultura, pero yo lo achacaría al imperialismo comercial, ya que como me comentaron, en muchos países asocian que todo lo norteamericano es bueno, aunque sea veneno para ratas.
Mientras nos dirigíamos a la plaza central, Manuel nos enseñó varias casas que se estaban construyendo y que parecían más pequeñas mansiones occidentales que las típicas casas tzoziles.
—¿Veis esa casa? La está construyendo un señor que se fue a EE. UU. a trabajar. Es la última moda: tener una gran casa, un buen coche o un móvil. Pero miradlos, van descalzos, sucios y sin comer y todo gracias a las telenovelas. La televisión es el nuevo altar en las casas y las telenovelas su nueva religión y claro, ellos piensan que tener todo lo que sale por la tele les hará ser más felices cuando son sólo cosas materiales.
El mercado era un caos, montones de paradas de cosas tradicionales, comida, ropa y toda clase de artilugios. En la misma plaza está la oficina de turismo y allí se tienen que adquirir las entradas para visitar la Iglesia o, mejor dicho, el templo.
El templo de San Juan Chamula es lo que llamaríamos el punto de atracción de esta localidad por los ritos que se celebran en ella. Aunque es una iglesia católica y en su interior hay imágenes de santos, en lugar de curas lo que encuentras son rezadores de los cerros, que es uno de los cuatro tipos de médicos indígenas que aún practican la medicina maya. El rito que sigue el rezador es poner velas en el suelo de diferentes tamaños y colores según la enfermedad que se quiera tratar de curar, luego hace sus oraciones y tira agua por encima cuando las velas ya están casi consumidas y recoge los restos de cera como parte del ritual. Lo que pasa es que últimamente este rito ha sufrido algunas modificaciones: se substituyen algunas de las velas por refrescos del mismo color. Por ejemplo, para las velas negras, una botella de Coca-cola, y para las velas naranjas, una Fanta de naranja. A veces, cuando acaban el rito le rompen el cuello a un pollo vivo como parte de la ceremonia, aunque nosotros no lo presenciamos y también se puede encontrar el suelo cubierto de paja o ramas de pino, que tampoco fue el caso.
—Aquí casi no se hacen ritos católicos, sí que es verdad que se le tiene mucha veneración a San Juan Bautista, pero en el templo no se celebran misas y alguna vez se ha celebrado alguna boda, pero muy pocas. Ellos tienen sus costumbres y no quieren que nadie les imponga nada. La magia negra no está permitida y si alguien la practica, el pueblo se encarga de él (sentencia de muerte).
Al salir de la iglesia, Manuel nos dio una hora libre y nos recordó que no se podían hacer fotos directamente a la gente (una niña de unos seis años me lo volvió a recordar cuando restaba haciendo unas fotos panorámicas). Estuvimos paseando por el mercado, donde había paradas de todo, incluyendo de películas piratas que se vendían en packs (las cuatro de Indiana Jones, cuatro de Scream, etc.). En un extremo de la plaza estaban los «ancianos» sentados en línea. Por lo que nos contó Manuel, cuando hay que juzgar a alguien, lo hacen ellos en medio de la plaza, que allí la policía y los jueces no tenían nada que hacer.
A pesar de todos los prejuicios que había en los comentarios de Manuel, lo que sí que pude observar fue a niños descalzos y sucios mendigando para que le dieras tu refresco o les compraras alguna chuchería, mujeres dando de beber Coca-cola a sus retoños y personas que apenas tenían nada para llevarse a la boca, pero que sí tenían teléfono móvil. Si tuviera que definirlo en pocas palabras, lo haría diciendo que ese pueblo sufría todo un choque de civilizaciones, pero que en lugar de quedarse con lo mejor de cada una de ellas, se había ido a quedar con lo peor. Quizás mi visión estaba ya corrompida por las explicaciones de Manuel, pero, mientras nos alejábamos de San Juan Chamula, me fijé que un anuncio de Coca-cola daba la bienvenida a los visitantes en la entrada del pueblo.
Finalizada la visita a San Juan Chamula volvimos a la furgoneta para ir hasta San Lorenzo de Zinacantán.
Vaya pueblo! Parece sacado de una película de Jaume Balagueró,jeje.
Me sorprende los choques culturales,y ¡horror! que permiten amamantar a los niños con Coca-cola!
Debe ser muy duro vivir ahí y en esas condiciones. Espero que los niños puedan ir a la escuela y prosperar en el pueblo o en otro lugar.
Molt interessant el que expliques! Realment deu ser un xoc visitar aquest poble…
Jo tambe m'he quedat parada amb el tema de la coca-cola. Em sembla escandalós! Com han aconseguit enganyar aquesta pobra gent 🙁
La reflexió final, que s'han quedat amb el pitjor de cada cultura, fa pensar… és una llàstima que passin aquestes coses, i no és l'únic lloc on passen.
Hola chicas!
Pues la verdad es que uno de los problemas que están teniendo en estos momentos es que los que estudian y consiguen una carrera se van del pueblo y no vuelven, renegando de sus tradiciones y cultura, con lo que el problema no solo no se solventa si no que va a peor.
Lo que tiene la ignorancia o no estar bien informado es comprar las ilusiones de humo que las multinacionales nos venden, lo que pasas es que a veces se lleva a unos extremos perjudiciales para la salud…
Igualmente recomiendo a todos las visita, vale la pena conocer otras realidades muy distintas a las nuestras.
Besicos!
Allá donde se va siempre está coca cola… y si no ya se encarga alguien de que esté. El tema de la tecnología y las marcas como coca cola están a la orden del día. Es un contraste muy habitual en cualquier viaje a lugares más pobres.
Me ha gustado como has llevado este relato.
Un saludo Isabel!
Una entrada plena de contrastos. Comparteixo les opinions de la resta de companys i m'afegeixo a la reflexió de que impressiona el poder de convicció del capitalisme vers les persones de San Juan de Chamula, les quals fan coses tan incongruents com inflar-se a Coca-cola o tenir una casa immensa mentre que els hi costa un munt trobar res que portar-se a la boca. Això em recorda l'edat mitjana quan l'Església tenia (-i encara té en determinades regions) aquest poder de convicció i es deia que era l'opi del poble.
Per altra banda m'ha sorprès que no celebrin els naixements, això vol dir que de pastissos d'aniversari cap ni un?
Isabel, he tardado pero he vuelto!!!
Si es que voy con la lengua fuera, jajajajaja pero bueno, no es excusa, siempre hay aunque sea un minutillo para entrar y dejarte un comentario.
Sólo me falta encontrar tiempo para leerte xDDD
Un abrazo!
Hola Víctor!
Me alegra que te haya gustado el tratamiento del tema, la verdad es que cuando lo escribí tenía muchas dudas, porque en verdad solo somos turistas y es difícil dar tu opinión de un tema que no conoces en profundidad.
Lidia,
Doncs semblar ser que no, diria que no deuen portar gaire al dia el cens, però igualment diria que deu ser també una costum.
Buenas Carme!
Bienvenida!!! Me alegro que al final hayas encontrado un poquito de tiempo para pasarte por aquí! ^^
Un besaco a todos!
A la tercera va la vencida ;D.
Que conste que es la tercera vez que me paso por aquí y, tan interesante es la historia sobre "el ocaso de un pueblo" que ya me la he leído tres veces!…lo de comentar me ha costado más.
La verdad es que es sorprendete todo lo que explicas sobre "el ocaso de San Juan Chamula", pero a mi, más que la historia de la Coca Cola, me ha sorprendido esa ley del salvaje oeste que parece que rige en el pueblo. Eso de que el pueblo se tome la justicia por su mano de una manera tan inconstitucional, y que el gobierno mejicano no diga nada al respecto sino que lo acepte me ha chocado bastante.
Es verdad que el tema de la coca cola también se las trae, pero yo creo que estas cosas a veces hay que tomarlas con pinzas (como tú misma dices, no es fácil opinar cuando solo estás de paso) También es verdad que las grandes multinacionales son un objetivo fácil de atacar. Me acuerdo cuando vi el documental (película?) sobre Mc Donalds, que te deja realmente sin ningunas ganas de volver durante una buena temporada…pero si lo piensas bien, ¿quien no se pondría enfermo si comiera todos los días tocinos, patatas bravas, pinchos morunos, o incluso tempuras, gyozas, yakiniku o katsus…y además en tal cantidad!!?
Yo al principio pensaba igual que tu, que era una ciudad sin ley y que no estaba bien. Aunque también se tiene que decir que son sus costumbres y están regidas por un códice tolerado por el gobierno mexicano.
Dicho esto, no quita que eso justifique la falta de escolarización, los matrimonios concertados de niñas y otro tipo de aberraciones. Y es en lo que he querido hacer más hincapié en esta entrada, y es la adopción de las peores vertientes de las dos culturas.
En fin, igualmente yo solo soy una turista y seguramente me quedé con una visión superficial del problema.
Besicos!
Pues si. En un mundo imaginario podrías pensar que adoptando lo mejor de cada cultura llegarías a crear un paraiso…pero parece que aquí han escogido lo peor de cada una! Es curioso que al ser humano le sea más fácil hacer eso que lo contrario, y en este pueblo lo han llevado al punto extremo. Da que pensar…