Nuevo relato del viaje a Namibia de 15 días que hicimos en agosto de 2016. En esta ocasión seguimos nuestra ruta por carretera desde Windhoek en dirección norte. Íbamos a hacer un alto en Khorixas para visitar Twyfelfontein, lugar Patrimonio de la Humanidad, famoso por sus grabados rupestres, y luego seguir hasta Kamamjab. Ese era el plan. Sin embargo, la dura realidad de viajar por Namibia nos acabó pasando factura ese día…
Nos levantamos a las 6 de la mañana para estar ya en ruta a las 6:30. Sin embargo, tardamos más de lo esperado para encontrar una gasolinera y, una vez ahí, repostar y tomar café. El cajero del Standard Bank de la gasolinera no funcionaba. Así que conducimos una hora por la B1 hasta Okahandja. A la entrada del pueblo, junto a unos comercios, había un cajero del FNB del que pudimos sacar dinero. Este cajero daba un máximo de 2000 dólares namibios (unos 140€).
La carretera era totalmente recta con algunas ondulaciones. Las señales advierten de que hay que conducir con cuidado ya que pueden salir al paso cerdos africanos «pumbas» e impalas, aunque a ambos lados solo veíamos termiteros y una especie de pollos negros salvajes que de vez en cuando cruzaban la carretera a paso ligero. Algo más tarde vimos varias familias de «pumbas» pastando a solo unos metros del arcén.
Llegamos a Khorixas a las 12. El hombre simpático de la gasolinera nos informó de que había dos buenas horas hasta llegar a los grabados rupestres de Twyfelfontein. También nos bajó la presión de los neumáticos para poder transitar mejor por el camino sin asfaltar que nos esperaba. El límite de velocidad está en 100 km/h y allí todo el mundo va como loco. Sin embargo, nosotros tuvimos paciencia y no pasamos de los 40 km/h para evitar pinchar una rueda o volcar el coche, algo muy habitual cuando se conduce rápido por las carreteras sin asfaltar de Namibia. En el camino nos encontramos muchas subidas y bajadas, mayormente lechos de ríos secos, así que durante la temporada de lluvias es muy probable que sea imprescindible un 4×4 potente y pericia al volante para visitar la zona.
Tras unas casi tres horas bajo el sol y el traqueteo incesante e insoportable, llegamos por fin a Twyfelfontein, casi ocho horas más tarde de haber salido de Windhoek. Parecía que habíamos llegado al centro de la nada, pero no. En medio del desierto de arena y roca hay una zona de aparcamiento con sombra para que los coches no se derritan. Más allá está la entrada al recinto y la exposición. A mano izquierda se alzan unas colinas rocosas de color ocre que habíamos ido rodeando por la carretera.
La entrada a Twyfelfontein cuesta 60 dólares namibios por persona con visita guiada, más 20$ namibios por el aparcamiento. Al pagar la entrada, una empleada te dice a qué hora empezará la visita guiada. No tuvimos que esperar mucho, apenas diez minutos, lo suficiente para tomarnos un refresco fresquito para reponernos del atracón de carretera que nos habíamos dado para llegar allí. Al poco llegó la guía y aprovechó la sombra del edificio para hacernos una pequeña introducción. Por cierto, que el edificio en sí es curioso, porque creo que está hecho enteramente con material reciclado. Incluye la típica tienda de recuerdos, un bar y una exposición sobre la fauna y la orografía de la zona, además de una explicación sobre la finca Twyfelfontein.
Y es que, como nos explicó la guía, el lugar recibe ese nombre por la familia de afrikáners que se asentaron allí. Sin embargo, los pastores nómadas khoi-khoi que solían pasar por allí mucho antes llamaron al lugar Ui-aes, «manantial saltarín». Por su parte, Twyfelfontein significa «manantial dudoso» en afrikaans. Al parecer, entre las rocas de la colina había un manantial del que corría agua dos o tres veces al año, y por eso lo bautizaron así. Nos imaginamos lo dura que debía haber sido la vida de aquella familia de granjeros en medio de un terreno tan árido. Claro que el pueblo de los san, los nómadas bosquimanos, había vagado por estas tierras cazando y recolectando durante milenios. Pese a la aridez del lugar, la gama de colores ocres hace un contraste precioso con el azul intenso del cielo.
Tras finalizar la visita estuvimos hablando brevemente con la guía. Esa noche teníamos reservado alojamiento en Kamanjab (a unas cuatro horas de allí), pero habíamos tardado más de lo previsto en llegar a Twyfelfontein y en un par de horas se haría de noche. La guía nos comentó que ni se nos ocurriera ir hasta Kamanjab de noche, ya que la carretera C35 era de pista y era muy peligroso hacerlo sin luz diurna. Con el tiempo que teníamos podíamos llegar antes de anochecer a Khorixas y nos dio el nombre de un par de hoteles donde nos recomendaba pasar la noche.
Tomamos la carretera pero nos equivocamos con las indicaciones y en lugar de volver por donde habíamos venido durante la ida, fuimos por otra ruta. Tomamos el desvío en dirección a Khorixas lo que nos hizo ir más rato por la carretera D2612, que era muy desértica. En este tramo íbamos con mucha precaución porque teníamos miedo de encallar el coche en la arena como nos pasó en el viaje a Botswana. Por suerte, cuando alcanzamos la C35 estaba en muy buen estado a pesar de ser de pista y el resto del camino lo hicimos con mucha más calma y velocidad (aunque sin pasar de los 60km/h).
Entramos en Khorixas justo cuando cayó la noche. Primero fuimos al Igowati Lodge, que está justo delante de la gasolinera del pueblo. Preguntamos si tenían alguna habitación libre pero estaban llenos. Ante mi cara de desilusión y extenuación, la recepcionista llamó al Khorixas Rest Camp para ver si tenían algo libre. ¡Bingo! Les quedaba una habitación doble y nos la reservaban si íbamos corriendo para allá, ya que estaban a punto de cerrar (eran las seis en punto de la tarde).
Y allá que fuimos rápidamente. A malas, teníamos la tienda de campaña que seguramente podríamos haber montado en un camping, pero esa noche necesitaba dormir en un cama. En el Khorixas Rest Camp nos advirtieron que lo único que tenían disponible era un chalet enorme con tres habitaciones y cocina que en su época debía ser la bomba, hasta tenía jacuzzi. El chalet estaba muy limpio y la cama era supercómoda. La noche nos salió por 1300 dólares namibios.
Cenamos a la carta en el hotel y nos fuimos a dormir pronto. Como no habíamos podido llegar a Kamamjab como teníamos planeado, ¡al día siguiente tocaba replantearse las dos jornadas siguientes del viaje!
Datos de interés
Khorixas Rest Camp: chalet 1300$ namibios
Cena: pollo Gordon Blue: 95$ namibios, y Khorixas Schnitzel: 120$ namibios
Hola es brutal la visita, me encanta el tema de la prehistoria y realmente he alucinado con el sitio. Además por supuesto sobre la aventura y la manera de contarla. Estoy emprendiendo el camino de escribir entradas en un blog, uniendo pasiones, historia, viajes y senderismo y al ver el vuestro, solo pienso en aprender de vosotros. Todo de 10 en el blog!!!!
Jose Mari