Ni el frío polar, ni la tabla de madera sobre la que dormí y ni tan siquiera los cantos del monje de turno durante toda la noche lograron impedir que durmiera del tirón hasta las nueve de la mañana. En el patio interior no quedaba nadie durmiendo y estaba limpio y ordenado como si allí no hubiera pasado nadie la noche.
Ese día decidimos dedicarlo a visitar otros enclaves de Amritsar, porque sí, hay vida fuera del Templo Dorado, o al menos eso nos aseguraron en la oficina de turismo. Así que, tras el desayuno, le pedimos a un ciclorickshawque nos llevara al Durgiana Mandir.
Este templo guarda una gran similitud con el Templo Dorado, ya que también es un centro de peregrinación hinduista, pero dedicado a la diosa Durga. Al igual que en el Templo Dorado, también tuvimos que quitarnos los zapatos para entrar y dejarlos en una consigna que había en la entrada. Dentro había poca gente, así que pudimos contemplar el templo con mucha calma. Vimos a dos niñas ataviadas con las mejores galas sentadas como en una especie de altar, aunque no sé con que propósito (si alguien lo sabe, que me lo diga, por favor).
salir del Durgiana Mandir, paramos otro rickshaw para que nos llevara al templo de Mata. El señor del rickshaw pensó que ese era su día de suerte y que nos podría desplumar. Su táctica despiadada era acordar un precio y, al llegar a nuestro destino, acusarnos de mentirosas y de que haber acordado un precio mayor. Pues no, eso sí que no, por ahí yo no paso. No es que sea la más justa de las justas, pero si acuerdo una cosa lo mantengo. Así que tengo que darle a ese señor el mérito de ser el único que consiguió sacarme de mis casillas en 20 días de viaje y que por eso se llevara un grito de mi parte.
El Mata Lal Devi Mandir está dedicado a la santa Lal Devi, una señora con gafas que (con todos los respetos) me recordó mucho a la Blasa, y que durante el siglo pasado obró sus milagros. Aquí vienen a orar las mujeres que quieren quedarse embarazadas, aunque lo más impactante de este templo es lo kitsch y rocambolesco de sus salas. Uno entra en una pista americana de la veneración en el que tiene que pasar de rodillas por túneles de menos de un metro de altura caminando por canales llenos de agua mugrienta y por salas decoradas hasta el último rincón por mosaicos hechos con espejos rotos (no apto para supersticiosos) hasta llegar al altar donde está situada la figura más venerada. Toda una experiencia. Por supuesto, nos faltó mucha información para comprender todos los entresijos de ese templo, así que, de nuevo, si alguien sabe más de este lugar, le agradecería que dejara un comentario.
Tras el impacto religioso, salimos a buscar nuestros zapatos y nos encontramos al conductor del ciclo rikshaw que esperaba o que tuviéramos memoria de pez o que no le reconociéramos e intentó que volviéramos a contratarlo. Le dijimos que no y, como empezó a perseguirnos, nos alejamos valerosamente hasta lograr despistarlo. Sin moros en la costa, paramos a otro señor muy encantador que nos llevó con su ciclorickshawal parque Ram Bah.
Este parque es de lo más triste y deprimente que uno puede visitar en Amritsar, aunque parque no es exactamente la palabra que mejor lo define. Supongo que antiguamente debió tener un cierto esplenghdor, pero en la actualidad, donde antaño hubo césped ahora hay matorrales y las instalaciones están en un estado que deja mucho que desear. De hecho, la gracia de visitar este enorme parque era ver el panorama del marajá Ranjin Singh, pero nosotras fuimos incapaz de encontrarlo.
Dentro del parque, decenas de conductores de ciclorickshawdormían en sus vehículos encima de una tabla totalmente tapados con una manta, lo que nos hizo darnos cuenta de que estas personas malviven en las calles. Me sentí un poco bruja tras darme cuenta de eso, y es que la India es un país que te devuelve la soberbia con bofetadas de realidad.
Para comer, fuimos a otro de los restaurantes que nos habían recomendado Marta y Enric (mis guías espirituales del saber vivir). En este caso, el restaurante era más común que el Crystal y, por tanto, más económico.
El restaurante Bharawan de Dhaba está en el ayuntamiento y tiene en su interior mesas enormes un poco mugrientas en las que la gente se pone como el «Quico» comiendo thali. Nos trajeron la carta en inglés y, como de costumbre, no explicaba qué incluía cada plato. Para no tener disgustos, Sonia se pidió una pizza, pero como yo quería comer comida india y pedí un raita.
Al final del viaje, me di cuenta de que no sirve de nada preguntar a un indio cuestiones mundanas como «¿este plato es de arroz?». Te contestan siempre que sí cuando no han entendido nada de lo que les has preguntado. Y así, el supuesto plato de arroz acabó siendo un yogur líquido.
Tras el fustre alimenticio, volvimos al templo para dar un último paseo y recoger nuestras cosas para ir a la estación de tren y pagar nuestra estancia en la hospedería. Ya se aseguraron los vigilantes del templo que no nos fuéramos sin hacer la donación, porque nos lo recordaron como doscientas veces, no fuera a ser que nos descuidáramos.
Una de las cosas que menos me gustó de Amritsar es la cantidad de pervertido por metro cuadrado que habita en la supuesta ciudad santa. En ningún lugar de la India, en ninguno, se nos acercó nadie a decirnos ninguna guarrada. Todo el mundo que se nos acercaba era por norma general educado y amable, a excepción de en Amritsar, donde los salidos mentales rompen todas las estadísticas. Así que en varias ocasiones tuvimos que ignorar las guarreridas hindúes que nos decían los fistros pecadores. Quizás lo que más rabia me dio fue lo típico de «a Dios rogando y con el mazo dando». No soy religiosa y quizás por eso siempre espero que la gente que sí lo es obre como tal. Esa hipocresía me puede.
Para ir de Amritsar a Delhi, reservamos dos asientos de tren en un vagón de primera clase. Fue el único trayecto que hicimos sentadas y en clase superior. Por delante teníamos más de cinco horas de viaje, así que nos pusimos en modo zen para hacer más llevadero el trayecto, pero no hizo falta porque los señores de la «RENFE india» no pararon de traernos comida durante las cinco horas.
Primero empezamos con una merienda compuesta por un sándwich, una samosa y unos dulces, seguidos de una taza de té. Al rato, cuando pensábamos que ya nos habíamos zampado el único sustento del viaje, nos trajeron un bol de sopa roja (sabor incierto pero que estaba muy buena) acompañada de un bollito de pan.
Eso era el entrante, que fue seguido de un menú completo a escoger entre comida internacional (china) o india. Nosotras optamos por la india vegetariana y descubrí que el curry, el arroz y las chapatis del tren estaban deliciosas (aunque no me comí las lentejas).
Al poco rato le dije a Sonia: «Me comería un helado». Y dicho y hecho, a los diez minutos pasaron sirviendo tarrinas de helado de vainilla. Ahí me dejaron definitivamente atónita.
Cuando llegamos a la estación de Delhi no había nadie esperándonos. Tampoco es que hubiéramos acordado del todo con Mahendra que nos viniera a buscar alguien para llevarnos al hotel, así que le llamé. Mahendra me dijo que estábamos a unos minutos del hotel y que un rickshaw nos llevaría por 20 rupias. Hubiera sido absurdo contratar a un chófer para hacer ese trayecto tan corto. Fuimos a regatear con los conductores y nos pedían 200 rupias, así que les dije que estábamos a 10 minutos andando y que no me podían pedir tanto, a lo que me contestaron: «Pues vete andando». Y exactamente eso fue lo que hicimos. En 10 minutos estábamos en el hotel Godwin Deluxe disfrutando de la ducha de hidromasaje de la habitación. El día siguiente era el último del viaje, tocaba visitar Delhi.
Datos de interés:
Desayuno en el Coffe Day. Té masala 45 rupias (0,70€), té darjeeling 46 rupias (0,71€), zumo de manzana de botella 118 rupias (1,85€), donut de chocolate 49 rupias (0,77€), muffin de chocolate 55 rupias (0,86€).
Ciclorickshaw del Templo Dorado al Durgiana Mandir: 40 rupias (0,63€)
Ciclorickshaw del Durgiana Mandir al templo Mata Lal Devi: 30 rupias (0,48€)
Ciclorickshaw del templo Mata Lal Devi al Jardín Ram Bagh : 30 rupias (0,48€)
Ciclorickshaw del Jardín Ram Bagh al restaurante Bharawan de Dhaba : 40 rupias (0,63€)
Restaurante Bharawan de Dhaba. Pizza vegetariana 120 rupias (1,90€), raita de piña: 60 rupias (0,95€), dosa vegetal 60 rupias (0,95€), Limca 20 rupias (0,30€)
Donativo al templo por el alojamiento: 100 rupias (1,6€) por persona
Ciclorickshaw Templo Dorado a la estación de tren de Amritsar: 50 rupias (0,80€)
Tren Amritsar-Delhi. 2030 Swarna Shtbdi categoría AC1. 1303 rupias (20,5€) comprado en Cleartrip
Hotel Godwind Deluxe Nueva Delhi. Habitación doble con baño y desayuno buffet: 2340 rupias (36,90€)
Muy bueno eso de irse andando porque, vaya tela, multiplican el precio por 10…
Interesante también la comida de la Renfe-India, jejeje
Un saludo
Qué capullo el tío del ricksaw! Si es que la gente de por ahí al ver que eres occidental intentan aprovecharse!
Y qué de comida os pusieron en el tren!!!
Saludos
Vaya con los ricksaw! Menos mal que os avisaron del precio previamente.
Me quedo con ganas de ese viaje en tren (que de comida, y con buena pinta!) y sin embargo se me quitan un poco las ganas de visitar Amritsar…
Estupendo blog, y enhorabuena por vuestra clasificación preliminar en los premios Bitácoras. Os deseamos mucha suerte, seguiremos de cerca este blog. Un saludo.
A nosotros nos encanto Amritsar,sobre todo el templo dorado. Fue el único sitio donde se nos acerco la gente sin intención de sacarnos algo a cambio.
India es un país de muchos contrastes nunca mejor dicho.
O la amas o la odias.
Un saludo
Veo que para ser de los últimos días fue de los más moviditos, entre el conductor "despistado", los guarretes y luego los cara duras buscando sacar tajada, 200 rupias por un paseo que son 10 minutos a pie, no tienen morro xDDD
Anda que menudo hotelito escogisteis para terminar la aventura 😛
Nos vemos en nada !!!
Saludos!
Hola,
La India es un mundo, te puedes encontrar de todo. Recuerdo un taxista en Agra que nos decía que en la India había tres tipos de personas, buenas, normales, pero también muy malas…
Saludos.
Excelente visita!
Saludos
Elisa, en Rosario, Argentina
Me encantó el templo de Durgiana Mandir!!! 😀
Què impresentable l'home del rickshaw! La pròxima vegada heu de signar un contracte per escrit quan acordeu el preu XD
El temple, molt bonic, i m'ha fet molta gràcia "la Blasa". És igualeta però en daurat!
Hola Helena!
Sí, vaya telita con los conductores de la estación de Delhi, pero es lo que tiene cuando estas a merced de ellos. Menos mal que ya llevábamos días allí y que Mahendra nos había avisado. La comida de la renfe india súper buena! :9
Hola M.C.!
Pues si todo un elemento, pero ellos prueban saben que nosotros tenemos más dinero que ellos…
Hola Purkinje.
Pues Amritsar vale mucho la pena, sobre todo el templo Dorado que es espectacular. Yo creo que hay que quedarse con las cosas positivas. ^^
Hola Gorka!
Gracias, de momento es la primera clasificación espero que nos podamos mantener ahí hasta el final.
Hola Daniel y Vanessa!
Si, teneis toda la razón, pero yo creo que varia mucho dependiendo de la época del año, en enero no nos dieron mucho la paliza ni acosaron para llevarnos a tiendas. Aunque he leído que en verano suelen acosar mucho más a la gente…
Hola José!
Pues mira, si lo hubiera sabido hubiera pillado todos los hoteles de categoría. Anda que no varía el humor de uno cuando ha dormido en una buena cama y se ha podido dar una buena ducha de agua caliente.
Hola Víctor!
Muy buena definición, aunque diría que se puede aplicar en todos los países. El turista es un blanco fácil así que no hay nada como tener alguien del país cerca para que te aconseje.
Hola Elisa!
Gracias por pasarte y comentar! 😀
Hola Ku!
El templo Durgiana Mandir tenía su punto, era como una copia del Templo Dorado pero casi sin gente. Allí uno podía estar mucho más relajado! 😀
Ei Míriam!
Ja, ja! Haurem de signar contractes per escrit perquè no s’inventin preus! XD
Fa gràcia que hagis estat la única que comenti lo de la Blasa, oi que s’assembla? 😛