Al siguiente día nos levantamos con mejores perspectivas metereológicas. Hacía un sol radiante, aunque soplaba un viento a ratos fuerte y frío. Como el desayuno en el hotel era aparte, preferimos salir y desayunar en una de las pastelerías de Madrid con más solera: La Mallorquina, fundada en 1894. En la planta baja hay una barra donde sirven cafés y pastas, pero nosotros subimos al salón del piso de arriba y desayunamos lo clásico de la casa: dos cafés con leche y dos napolitanas, una de crema y otra de chocolate.
El plan de la mañana era aprovechar el buen tiempo para pasear. Fuimos bajando por el barrio del Rastro, aunque ya sabíamos que el mercado propiamente dicho sólo estaba los domingos. Desde la Plaza de Cazcorro fuimos paseando hasta la calle de los Curtidores, donde hay muchos comercios de pieles curtidas (como su nombre indica) y de accesorios para montar a caballo. Llegamos hasta la puerta de Toledo, donde cogimos el metro para ir al Templo de Debod. Desde que me enteré, gracias a Isabel en su blog, que en Madrid había un templo egipcio, me entró curiosidad por visitarlo. ¡Me pareció muy sorprendente! El templo fue un regalo de Egipto a España en agradecimiento por la ayuda española para salvar los templos de Abu Simbel, en peligro por la construcción de la presa de Asuán. En el interior del templo se puede contemplar distintos relieves de dioses y reyes, jeroglíficos y una maqueta del emplazamiento original del templo, junto al resto de templos de la zona (incluido Abu Simbel). En conjunto me pareció una visita muy interesante para quienes no hemos tenido la ocasión de viajar a Egipto.
Al salir del templo, como todavía faltaba un rato para la hora de comer, fuimos a ver la Puerta de Alcalá y pasear por el Retiro. El paseo fue muy agradable y tranquilo y, aunque el parque todavía no lucía en todo su esplendor primaveral, estaba precioso. El Palacio de Cristal tenía su interior en obras para una exposición del Reina Sofía, pero por suerte pude fotografiarlo sin problemas.
Eran casi las 2 y nos esperaba un bocadillo de calamares en el Brillante (que también conocí gracias a Isabel). Confieso que la primera vez que escuché lo de los bocatas de calamares me sonó rarísimo (¡que conste que era muy joven y con poco criterio!), pero finalmente esta vez me decidí a probarlo y realmente valió la pena, porque los calamares estaban muy tiernos y sabrosos. Curiosamente pensaba que el bocadillo de calamares siempre te lo servían con mayonesa, así que lo pedí así, sin más, y me lo sirvieron sin, pero no me importó. Mi compañero se pidió uno de lomo con pimientos verdes muy bueno, aunque también le hincó el diente al mío.
Al salir, el cielo se estaba tapando. El plan para la tarde era pasear por Malasaña y Chueca. Por lo que sabía, en Malasaña hay muchos bares y locales musicales, pero a media tarde tampoco había mucho ambiente. Pensamos que estaría bien salir un rato de noche, si todavía nos quedaban fuerzas después de tanto ir y venir por la ciudad. Llegamos hasta Fuencarral y bajamos por esta calle tan comercial, mirando escaparates a un lado y a otro. Llegamos a la Gran Vía y seguimos hasta la altura del Instituto Cervantes, desde donde subimos en dirección a Chueca. Me gustó la atmósfera de barrio de toda la vida, como el Rastro, Lavapiés… Estaba empezando a lloviznar, pero tampoco nos molestó mucho a la hora de pasear. Sin darnos cuenta, nos topamos de nuevo con la calle Fuencarral. Entonces descubrimos una tienda muy curiosa y colorida de golosinas llamada Oomuombo y no pudimos evitar entrar y llenar un par de cajas con sus originales «chucherías» (una de ellas fue medio devorada de camino al hotel).
Después de dejar las compras en el hotel nos pusimos en marcha de nuevo para ir a la Castellana y conocer el Madrid de los grandes rascacielos. Fuimos en metro hasta el Santiago Bernabeu y desde allí fuimos paseando hasta la Torre Picasso y El Corte Inglés. Y para completar la ruta de edificios modernos emblemáticos de Madrid, nos acercamos hasta Torre España, ¡el mítico Pirulí!
A la hora de cenar, atraídos por el ambiente de tapeo del día anterior, volvimos por la zona del Barrio de las Letras, ¡pero nos fue imposible encontrar un rincón libre! Así que por un día dimos una tregua a las tapas (ya tendríamos más ocasiones) y nos metimos en una pizzería casi vacía. La verdad es que cenamos bastante bien: yo me tomé unos raviolis rellenos de calabaza con salsa all’arrabbiata (recomendación del camarero, que me sugirió combinar el sabor dulce de la calabaza con una salsa fuerte) y mi compañero optó por una lasaña de carne. Al salir del restaurante se puso a llover (¡para variar!), lo que nos quitó los ánimos de salir un poco de noche… junto con el cansancio acumulado del día. ¡Otra cosa que nos queda pendiente en Madrid para otra futura visita!
Datos de interés:
La Mallorquina (Puerta del Sol, 8): 2 cafés con leche y 2 napolitanas: 5,80€
Templo de Debod (metro Plaza de España y Ventura Rodríguez): entrada libre
El Brillante (Plaza Carlos V, 8): bocadillo de calamares, bocadillo de lomo y pimientos verdes, dos aguas y un cortado: 16:70€
Pizzería Cervantes (Calle León, 8): raviolis all’arrabbiata, lasaña de carne, crep de chocolate y helado de yogur y grosella, vino y agua: 33,80 €
Ya decía yo que me parecía raro que no fueras por la zona del Rastro! jejeje Aunque claro, es mejor ir en domingo para ver el ambientillo.
Un saludo
Sí, fue una lástima no haber podido ir en domingo, pero es que el fin de semana ya habíamos quedado en Sevilla 😉
De todos modos, tomamos nota para una futura escapada en fin de semana a Madrid. Los mercados me parecen muy interesantes, y el Rastro seguro que es toda una experiencia!!
¡Viva el bocadillo de calamares!
Yo también cuando me enteré de su existencia dude de que fuera «comestible», tenía en mente los calamares-chicles que tenemos por aquí, pero que sorpresa la mía. ¡Está buenísimo!
A mi me gusta más con mayonesa, aunque al igual con all-i-oli puede estar aun mejor… ^¬^
Jaja, bocata de calamares con all-i-oli! Sería la bomba!!
Qué interesante lo del templo de Debod. Una cosa más para añadir a la numerosa lista de sitios por visitar en Madrid! Además siempre está bien lo de salirse en algún momento de las visitas más típicas, para ir a algún sitio de los que "solo conocemos os seguidores del blog"! 😉
Ah! yo también voto por la introducción del bocata de calamares con all-i-oli!!Qué rico!!
Lo de la pirámide no lo sabía, a ver si me acerco la próxima vez que vaya. Es que ni idea.
No hay nada como los bocatas de calamares, aquí en Zaragoza tenemos el Calamar Bravo, mundialmente conocido!
¿Calamar bravo? ¿Y en que consiste? ¿Es bocata de calamares con salsa brava? ^¬^
Excelente entrada.
Un saludo.
Madrid es maravilloso. Siempre da gusto visitar tu blog.
Un sld.
Muchas gracias Javier! De veras que me alegro que te guste el blog! ^^