Era la cuarta vez que hacía una escapada a Roma y tenía claro que quería hacer algo diferente. Por eso, cuando descubrí que se podía visitar Roma en un clásico Fiat 500 no me lo pensé dos veces: ¡había que hacerlo!
El sábado por la mañana bajamos andando por la vía del Foro Imperial, pasando por el Coliseo, en dirección al garaje de Rome 500 Experience. Al llegar, nos estaban esperando tres FIAT 500 clásicos, restaurados a la perfección y que parecían nuevos a pesar de sus más de cuarenta años. Había uno rojo, otro azul marino y crema y, por último, uno de color rosa chicle que parecía que tenía mi nombre escrito.
Alvise nos explicó cómo teníamos que manejar el coche, porque el interior era totalmente diferente a los automóviles que había conducido hasta entonces. Primero había que poner la llave en el contacto, que estaba en medio del salpicadero, y girarla. Sin embargo, a diferencia de los coches modernos, el Fiat 500 clásico no se enciende solo con eso, sino que luego hay que accionar una palanquita junto al freno de mano.
Cuando el motor del coche rugió, apreté el embrague a fondo, metí primera y poco a poco fui soltándolo y apretando el acelerador hasta que nos pusimos en marcha. Alvise iba conduciendo el FIAT rojo, al frente de la caravana. Vero conducía el de dos colores y yo me puse con el coche rosa a la cola. ¡Empezaba el espectáculo!
Pasamos por delante del anfiteatro romano por excelencia y nos dirigimos a la primera parada de la ruta: la Bocca della veritá. Esta cara de piedra situada en la iglesia de Santa María lleva allí desde 1632. En realidad, es de la época romana y su utilidad es un tanto incierta. Dicen que era la tapa de una alcantarilla, parte de un impluvium o tal vez una fuente. Según la leyenda, si metías la mano y decías una mentira, te la cortaban. Aunque eso no está demostrado, Gregory Peck le hizo esta broma a Audrey Hepburn durante el rodaje de Vacaciones en Roma. Mientras esperábamos nuestro turno para hacernos la foto de rigor, Alvise nos enseñó esa escena de la película en su iPad.
Después, volvimos a los Fiats y pasamos junto a los restos del Circo Máximo, el antiguo estadio donde se celebraban las carreras de cuadrigas. Hoy en día hay que verlo con mucha imaginación, porque solo queda la silueta en el terreno.
Más tarde, en una de las colinas de Roma visitamos la iglesia de Santa Sabina, una iglesia que tiene una puerta de madera del siglo V y una piedra que, según dicen, lanzó el mismo diablo y que aún tiene sus huellas. Al lado de la iglesia está el jardín de los naranjos, un bonito espacio lleno de naranjos con unas vistas preciosas de la ciudad y un juego de perspectivas muy curioso.
Seguimos recorriendo la ruta en coche y vimos que éramos la atracción de los transeúntes. Todo el mundo quería hacerle fotos a los Fiats y en cuanto los aparcábamos y nos alejábamos un poco, rápidamente se acercaba gente para hacerse fotos junto a ellos.
Dicen que a la tercera va la vencida, pero en mi caso fue a la cuarta. Hasta este viaje no tuve la oportunidad de conocer la obra que se considera la primera muestra del Barroco. Es el templete de San Pietro in Montorio, obra de de Bramante. Este templete está cerca del Janículo, otra de las colinas de Roma situada encima del Trastevere, y donde cada día a las 12 en punto, los militares disparan un cañonazo que da inicio al repicar de campanas de la hora del ángelus.
Este fue el punto final de nuestra ruta y me dio pena no poder seguir conduciendo el Fiat todo el día, o incluso habernos ido a la Toscana, pero nos esperaba la comida y solo pensar en ello, nos entraba más hambre aun.
En Roma se puede comer muy bien, pero para ello es imprescindible que un autóctono te indique los mejores sitios. Tras dejar los Fiats 500 en el garaje, Alvise nos llevó a un local cercano. El Bibenda Wine Concept está especializado en vinos y allí se pueden hacer catas acompañadas de una buena comida casera italiana. Probamos tres vinos: un Frascati de 2012 que acompañamos con tacos de queso Granna Padano, el segundo fue un vino Pitigliano de la Toscana junto a una de las mejores lasañas que he comido, y el tercero, un vino tinto de Montepulciano de 2012 (que me hizo recordar nuestro viaje friki a la Toscana) acompañado de un tortino de patata, setas y mozarella.
Fue el punto final perfecto a una jornada ideal en Roma y la mejor manera de disfrutar una despedida de soltera especial.
Datos de interés:
Pueden reservarse visitas guiadas por Roma o alquilar el coche durante tres horas y moveros a vuestro aire por la ciudad. Tenéis más información en la web de Rome 500 Experience.
¡Qué glamur! Y qué mejor manera de pasar una despedida de soltera que rodeada de amigas, dando un paseo por Roma y con un Fiat 500 ¡Y encima el tuyo era rosa! 🙂
La verdad es que tuvo que ser una experiencia genial recorrer Roma así!! Yo en el Templete tampoco he estado. Para la próxima!!
Hay que reconocer que están muy chulos los coches, toda una experiencia. Nosotros hasta el templete de San Pietro in Montorio subimos, pero a la hora que llegamos ya no se podía visitar, queda pendiente, pero Roma siempre está esperando, si tu has estado ya cuatro veces, nosotros seguro que la segunda o la tercera de Carmen no tardan en caer 😀
Genial la idea de los coches 😉
http://www.deliciosaitalia.blogspot.com
Menudo viaje 🙂 Generalmente recomiendo que la gente se mueva mediante subterráneo o sus propios pies, pero lo cierto es que este viaje se ve divertidísimo. Por cierto, la mejor manera es enterándonos de si decimos mentiras o no, allá en la Boca de la Verdad. Felicidades y sigan así. Saludos