El último día en Túnez lo dedicamos a conocer la capital. Tras seis días explorando ruinas increíbles y medinas pintorescas, no las tenía todas conmigo y pensaba que la capital me decepcionaría igual que Susa… pero no fue así.
Una vez más, tomamos el tren desde la parada de La Marsa hasta Tunis-Marine y desde allí fuimos paseando por la avenida Habib Bourguiba, una elegante avenida de aire muy europeo, llena de cafés y restaurantes. En la avenida pudimos ver algunas señales de la revolución de los jazmines. En la plaza de la Independencia había un tanque con un soldado haciendo guardia, pero sinceramente no sé muy bien que hacia allí ya que solamente había tunecinos paseando y disfrutando del buen día un sábado por la mañana.
Al oeste de la plaza de la Independencia, la avenida de Francia conduce hasta la plaza de la Victoria, uno de los puntos principales de entrada a la medina de Túnez. Dentro de la medina, las calles más cercanas a las entradas principales están repletas de tiendas de suvenires con chilabas, piezas de cerámica, narghiles, alfombras y kilims y chechías, los típicos gorros tunecinos. Sin embargo, la medina de Túnez es muy extensa y vale la pena pasear y perderse por este sitio Patrimonio de la Humanidad.
La medina de Túnez tiene una gran cantidad de contrastes, y no me refiero a las tiendas que son turísticas y las que no, sino al contraste entre los palacetes recién restaurados y las casas un poco derruidas, entre las tiendas con productos selectos y las tiendas en las que los tunecinos que viven en la medina hacen sus compras diarias. Es este tipo de contrastes lo que hace que me enamore de una ciudad. Algo parecido sentí al pasear por Budapest o Lisboa.
Dentro de la medina también podéis aprovechar para tomaros un zumo de naranja o fumar un narghile en la terraza de alguna cafetería. Además, por las callejuelas que componen el entramado de la medina os iréis encontrando pequeños restaurantes donde probar platos típicos de la cocina tunecina.
Caminando, caminando, nos sumergimos sin darnos cuenta en un zoco muy transitado en el que se podía comprar ropa y utensilios para cocina. Es el zoco donde los lugareños compran en el día a día. No sé cómo me lo monto cuando viajo, pero siempre acabo regresando a casa con algo para cocinar propio del país visitado. En este caso no pudimos evitar venir cargados con un enorme tajín de barro cocido para poder reproducir en casa alguna de las delicias que probamos en Túnez.
Tras la visita al zoco, salimos de nuevo hacia la ciudad nueva para buscar un sitio donde comer algo y buscar alguna pastelería para traer algo dulce de recuerdo. Luego decidimos regresar al hotel a media tarde para poder disfrutar de la piscina y relajarnos en el jacuzzi. Al día siguiente, nuestro vuelo salía de madrugada y tocaba dejar Túnez, eso sí, con un montón de buenos recuerdos.
En definitiva, a pesar de las reticencias iniciales en cuanto a la seguridad y a los atractivos para visitar, Túnez nos gustó mucho. A mucha gente le preocupa la seguridad, pero como habéis visto en los relatos, viajamos solos y en transporte público, y en ningún momento nos sentimos inseguros ni tuvimos sensación de peligro. Por otro lado, me sorprendió muy positivamente la cantidad de atractivos que Túnez tiene por ofrecer. Tengo amigos que habían visitado el país (casi todos en viajes organizados centrados en la costa) y cuando me explicaban el viaje y veía las fotos no me atraía nada el destino. Sin embargo, Túnez tiene todo aquello que buscamos en un país: cultura, paisajes, ruinas increíbles, gente majísima y una gastronomía muy rica.
Con una semana se puede visitar el norte con bastante tranquilidad y con dos se puede añadir el sur y el desierto. Eso es lo que haremos la próxima vez que hagamos un viaje a Túnez, que seguro será pronto.
La verdad que a priori a mi Túnez tampoco era un país que me llamaba la atención especialmente. pero después de ir leyéndote, veo que también estaba equivocada.
En cuanto a la ciudad de Túnez, ese punto entre decadencia y modernidad que comentas, creo que la haría super atractiva para mi también.
Me ha picado el gusanito con este país Isabel!!
Petons!
La verdad es que hace tiempo leí por internet algo de Túnez y me llamó mucho la atención; pero me pasaba como a ti… que por desconocimiento (porque sólo había visto las fotos de los cruceros) hasta ese momento no me llamaba nada la atención.
Me ha hecho gracia eso de que siempre te traes de vuelta algo para cocinar… Siempre que luego lo cocines, es algo genial.
Un saludo 😉
Tunis, la capital del país, tiene un centro compacto y agradable que se recorre fácilmente a pie. Es una ciudad ideal para pasear que aúna un aire magrebí con una distribución urbana muy occidental. Las avenidas y bulevares salpicados de palmeras están llenos de pastelerías, y terrazas de cafés y restaurantes. En el Museo de El Bardo se exhibe una magnifica colección de mosaicos romanos; y su animada medina llena de tiendas, talleres de artesanos y zocos diversos, alberga la Biblioteca Nacional, un par de museos, y un sin fin de edificios históricos y religiosos. A pesar de todo, nosotros solo lo usamos para entrar y salir del país.
Aix què bonico, necessito anar-hi *_*
Com vas poder ficar el tajín a la maleta??
Túnez, además de ser el primer país árabe y fuera de Europa que visité, me encantó. Le tengo un gra cariño y me gustaría volver algún día, pero sin nada organizado porque por ejemplo su capital casi ni la vimos. Nos dejaron en la puerta del zoco y en dos horas nos recogieron para pirarnos de allí… Pero me dejó muy buen sabor de boca.