Una de las cosas que más me atrajeron de visitar Rusia fue lo electrizante de su historia más reciente. Por eso, el último día en la ciudad decidimos dedicarlo a explorar un poco más su historia.
Paseo por el metro de Moscú
Ese día se preveía muy largo. El vuelo de regreso no salía hasta las seis de la mañana, así que decidimos lo siguiente: para no pagar un hotel solo para dormir un par de horas y luego un taxi hasta el aeropuerto por el precio de un riñón, sería mejor pasar la noche en el aeropuerto de Domododievo y así poder ir en transporte público. Con esta jugada nos ahorramos más de cien euros.
Empezamos el día visitando las estaciones más bonitas del metro de Moscú en un itinerario marcado por la guía Lonely Planet. En 1931 se empezó a construir el metro y miles de obreros entusiastas colaboraron para llevar a cabo el proyecto. El 15 de mayo de 1931 se inauguraron las primeras 13 estaciones y, poco a poco, se fue ampliando hasta las 182 actuales.
Mientras que las estaciones construidas recientemente son mucho más sencillas y funcionales, las primeras destacan por ser obras únicas en su género en las que participaron los mejores arquitectos de la época.
La estación de Komsomolskaya (Комсомольская) fue la que nos dio la bienvenida a Moscú y es una de las más bonitas, así que decimos volver para visitarla con más calma. Esta estación se inauguró el 30 de enero de 1952 y el arquitecto ilustró con mosaicos el histórico discurso que Stalin hizo en noviembre de 1941 evocando a las figuras del pasado. Los mosaicos destacan sobre el techo de color amarillo.
Luego nos bajamos en la estación de Prospekt Mira (Проспект Мира). Esta estación que recuerda a la vajilla de la abuela, también se inauguró el 30 de enero de 1952. Es toda de color blanco y en las columnas hay bajorrelieves de porcelana blanca con ribetes dorados de figuras de agricultores y modelos socialistas ideales.
La estación de Novoslobodskaya (Новослободская) fue la que más nos gustó porque las vidrieras que la adornan nos recordaron mucho al estilo de Alfons Mucha. Fue inaugurada el mismo día que las anteriores y al pasear por su vestíbulo da la impresión de estar en una mansión aristocrática.
La que nos decepcionó un poco fue la estación de Belorusskaya (Белорусская), como su nombre indica, y al estar cerca de la estación de los trenes que van a Bielorrusia, los mosaicos muestran obreros felices con la indumentaria típica del país.
La estación de Krasnopresnenskaya (Краснопресненская) es bastante sobria. Tiene mármol de color rojizo y en ella se recuerdan escenas de la revolución de 1905.
La última estación que visitamos antes de cambiar de línea fue la de Kievskaya (Киевская) en la que la temática de sus mosaicos es la hermandad ruso-ucraniana.
Para ser una de las estaciones más importantes de Moscú, por su ubicación, no me acabó de convencer la decoración de la estación de Ploshchad Revolyutsii (Площадь Революции): no me gustaron las estatuas tamaño natural en los arcos de acceso a los andenes, ni la decoración en mármol rojizo. Aun así, reconozco que es bastante espectacular.
Ya solo nos quedaban dos estaciones del recorrido, la siguiente fue Teatralnaya (Театральная), una estación construida con labradorita y mármol, que dicen que se sacó de la Iglesia del Cristo Salvador antes de que la destruyeran.
La última estación del itinerario fue la estación de Mayakovskaya (Маяковская). El diseño de esta estación fue premiado en la Exposición Universal de 1938 de Nueva York y tiene unas líneas muy limpias y elegantes. Destacan los arcos que dan acceso a los andenes, que son de acero inoxidable y recuerdan al estilo de los grandes rascacielos de la gran manzana.
Terminada la ruta, no salimos al exterior ya que nos trasladamos hasta la cercana estación de Pushkinskaya (Пушкинская) para ir al Museo de Historia Contemporánea de Rusia. No es uno de los museos más importantes de la ciudad y ni mucho menos uno de los más visitados, pero a mi parecer es uno de los más interesantes de la ciudad. A través de las salas de este museo un poco vetusto, podemos recorrer la historia reciente de Rusia desde las primeras revoluciones en 1905 y la caída de la monarquía en 1917 hasta los años ochenta. ¡Apasionante!
El museo cuenta con una gran documentación propagandística de la era comunista y una de las mejores salas es la que alberga el periodo de la Segunda Guerra Mundial. Por otro lado, tiene grandes carencias históricas y no retrata las partes más negras del comunismo, como los gulags y la falta de libertades civiles. Además, casi toda la información estaba en ruso y en muchas salas faltaba el folleto explicativo en inglés.
A la salida del museo fuimos andando unos 15 minutos hasta el restaurante Taras Bulba. Está especializado en comida ucraniana y sus camareras visten con el traje típico. Además, tiene la carta más extensa que me he encontrado nunca y en muchos idiomas. A pesar de la turistada que pueda parecer, el Taras Bulba es un restaurante donde se come bien y a buen precio, y mi profesora de ruso me lo recomendó.
Tras la comilona, decidimos pasear tranquilamente y sin rumbo. Cuando nos ponemos a andar no paramos y, encima, vamos a ritmo ligero (a paso «pagès», como se dice por estos lares). Recorrimos el larguísimo bulevar Tverskoy hasta llegar a la catedral de Cristo Salvador que, por desgracia, estaba cerrada. Esta catedral está reconstruida en el lugar donde en el año 1860 había una iglesia similar. Stalin la mandó destruir y en su lugar estaba previsto construir el Palacio de los Soviets, una enorme mole de cemento de 315 metros de altura. Este alocado proyecto nunca se llevó a cabo y en el emplazamiento de la iglesia se construyó la piscina más grande del mundo mundial. Más tarde, con motivo del 850 aniversario de la fundación de Moscú, se reconstruyó la iglesia con una opulencia y gasto descomunal.
Mucha polémica suscitó la construcción de esta iglesia, aunque se quedó corta con la que suscitó la construcción de la cercana estatua de Pedro el Grande. Esta efigie de casi 95 metros de altura destaca en la lontananza junto al río Moskvá, y la polémica vino porque además del elevado coste, glorifica una figura que detestaba la ciudad de Moscú y que, de hecho, mandó construir una capital a su medida: San Petersburgo.
Seguimos andando y andando, disfrutando de la tarde, de los edificios y de las sorpresas ocultas de la ciudad. Ya os lo he dicho: Moscú me gustó mucho, me da igual que mucha gente no comparta la misma opinión. Por lo general, la parte europea de Rusia que hemos visitado me ha gustado mucho y creo que una semana es el tiempo ideal, más tiempo te da la oportunidad de amortizar el billete de avión y el visado, pero más días hace que el coste del viaje se dispare. Al menos, así me he quedado con muchas ganas de volver.
Datos de interés:
1. Billete de metro: 28 rublos
2. Museo de Historia Conteporánea: 250 rublos, permiso para fotos: 150 rublos
3. Restaurante Taras Bulba. Ul Petrovka, 30 (metro Chekhovskaya). «Golubtsi»: 235 rublos, surtido «varemik»: 190 rublos, «kievski torta»: 175 rublos
4. Bus exprés al aeropuerto de Domododevo: 100 rublos
Qué recuerdos Isabel… Moscú, a pesar de los pesares, es una ciudad que me encantó y a la que me muero de ganas de volver. Además, verte en manga corta en el metro me parece muy surrealista ahah
Por cierto, yo también hice un recorrido por las estaciones de metro, aunque la principal motivación era esquivar un poco el frío xD Pero valió la pena igualmente.
Y qué pena que la Catedral del Cristo Salvador estuviera cerrada. Sin haber estado en el Vaticano, te digo que es la catedral más impresionante que he visto en toda mi vida. Realmente espectacular.
En fin, un fuerte abrazo y gracias por hacerme recordar los buenos momentos en Rusia. No hay duda que volveré!
Que bonito Moscú, me ha encantado las imágenes son preciosas todo indica a que fue una experiencia inolvidable.
Ya había oído que el metro de Moscú era uno de los más bonitos pero no había visto imágenes y no me imaginaba que pudiera ser así! Si parece un museo!!!!
Saludos
Veo que aprovechasteis muy bien el día, la verdad es que he oído mucho hablar sobre las estaciones de metro de Moscú, espero poder visitarlas pronto. El museo es una pena que le fanten pequeños detalles como folletos en inglés, quizás seguramente estaría mucho mejor. Un abrazo. 😉
Realment impressiona el metro! Tan de bo el passadís d’enllaç de Passeig de Gràcia fos així de bonic, com a mínim no es faria tan pesat…
M’encanta la primera foto 🙂
Moscú es una ciudad que se tiene que recorrer dos veces, una por el subsuelo y otra por el suelo, jejeje. El metro es espectacular.
Un saludo 😉
Me gustó Moscú … fue mi punto de partida para el transiberiano pero … recuerdo un radical cambio de contraste, gente, … riqueza/pobreza etc en casa esquina … igual veías un cochazo aparcado al lado de un Lada viejo que veías un super restaurante junto a otro mugriento ….
Pero en resumen, … me gustó … me gustó mucho Moscú.
Un saludo.
Tengo muchas ganas de visitar Rusia y a medida que leo posts me pica más el gusanillo… No me imaginaba que Moscú diera para una semana aunque realmente tiene un montón de cosas para ver, el metro es espectacular y parecen salas de museo mientras que el museo parecen salas de metro un poco abandonadas. Me apunto vuestra ruta para cuando pueda ir.
Un abrazo !!!
Esas paradas de metro parecen estancias palaciegas, qué interesante! Es increíble que no salga nadie en la segunda foto, con el ajetreo que hay en el metro de Moscú!
Felicidades por el post!
Una ciudad espectacular y que su metro es un verdadero museo, si que tiene buena pinta el Museo de Historia Contemporánea de Rusia. Espero volver por allí alguna vez y visitar todo lo que nos dejamos por ver.
Un abrazo!!!!
Pues a mi la estación de las estatuas si me gustó… parecía un museo, aunque muy concurrida.
Y no pudiste entrar a la catedral del Cristo Salvador?? A mi su interior me flipó… Una verdadera pasada.
sabes cual es el horario del museo de historia contemporánea?
La verdad es que no lo se. :/
Nosotros fuimos en domingo y creo que cerraban a las dos de la tarde.