Esta era la tercera vez que visitaba la ciudad eterna, una de mis favoritas del mundo. Pero esta vez lo hacía para cumplir una promesa que llevaba mucho tiempo pensando cumplir para mis padres: llevarles a visitar el Vaticano.
Llegamos a las 11 de la mañana al aeropuerto de Fuimicino. En información del aeropuerto pregunté si había un servicio de autocar hacia el centro, pero solo se podía ir en tren o taxi. Ciertamente, tal y como había leído en varios foros antes de ir, el ayuntamiento ha impuesto una tarifa única para ir del aeropuerto a Roma que es de 40 euros.
En unos 40 minutos llegamos a nuestro hotel, hicimos el check-in y nos pusimos a caminar en dirección a El Vaticano, que estaba a unos 10 minutos andando del hotel.
Como era un viaje de fin de semana, evitamos entrar en los museos ya que eso nos hubiera dejado casi sin tiempo para visitar la ciudad. Aunque un museo imprescindible de Roma es el Museo Vaticano y, claro está, la Capilla Sixtina.
El Vaticano es grandioso. No hay otra palabra que lo defina mejor. La belleza de sus obras de arte (como «La pietá» de Miguel Angel, el baldaquino de San Pedro, etc…) y la altura de sus techos y cúpula… Realmente es algo que se tiene que ver incluso aunque no seas creyente. Se puede subir a la cúpula pagando el ascensor y luego yendo por unas escaleras que cada vez se estrechan más, es una experiencia que vale la pena, sobre todo cuando al final te tienes que agarrar a una cuerda para hacer el último tramo que va casi en vertical.
Después de visitar las tumbas de los papas nos fuimos andando por la Vía de la Conciliazione hasta el Castillo de Sant Angelo, que vimos desde fuera y desde allí seguimos por el Corso Vittorio Emanuele II hasta llegar a la Piazza Navona, uno de mis lugares favoritos de la ciudad. La Piazza Navona es una plaza de estilo barroco que conserva la forma del estadio que edificó Domiciano en el siglo I. Lo que más destaca en la Piazza Navona es la fuente Dei Quattro Fiumi de Bernini, con estatuas que representan los cuatros grandes ríos del mundo (Nilo, de la Plata, Ganges y Danubio). A parte de la fuente también hay una iglesia barroca: la Iglesia de Sant’Agnese in Agone. La zona de la Piazza Navona está llena de restaurantes y cafes, y en la plaza hay muchos pintores que venden sus creaciones. A pocos minutos andando y en paralelo a la Piazza Navona está el Panteón, uno de mis edificios favoritos de la ciudad. Lástima que no sé por qué estaba restringida la entrada y no lo pudimos verlo por dentro. El Panteón es el edificio antiguo mejor conservado de toda Roma y fue construido en el siglo I para dar tributo a todos los dioses. Cerca del Panteón está la heladería Della Palma (Vía della Madalena, 20). No es una de las más tradicionales pero entrar allí es un gusto para los sentidos y todo un dilema cuando tienes que decidir de qué sabor quieres tú helado de entre más de 100, ¡una locura! El helado de dos sabores (el más pequeño) cuesta 2 euros.
Después de reponer fuerzas en la heladería fuimos hasta la Fontana di Trevi pasando por la Piazza Colonna. Como siempre, la Fontana estaba a rebosar de turistas que no querían perder la oportunidad de lanzar una moneda. Como siempre que voy a Roma, yo lancé la mía para que haya una cuarta vez.
La verdad es que el centro de Roma es bastante grande, pero casi todo se tiene que hacer caminando porque muchas zonas son peatonales. Una cosa que sin duda ayuda en días calurosos son las fuentes de Roma. En Roma no hace falta comprar agua embotellada. El agua de todas las fuentes es buenísima y sale súper fresca. Además, como hay muchas repartidas por toda la ciudad lo mejor es llevar una botella pequeña e ir rellenándola.
Después de las fotos de rigor y lanzar las moneditas seguimos hasta la Piazza di Spagna y de allí a la Piazza del Popolo. Luego, como estábamos bastante reventados, decidimos ir al hotel a descansar. El taxi de allí hasta el Vaticano nos costó 6 euros.
Cerca del hotel fuimos a un restaurante que, si estáis por la zona, os recomiendo. Se llama L’isola della pizza. Aunque tenían la carta en inglés estaba muy frecuentado por italianos y eso es una buena señal. La pizza margarita costaba 5,50€ y el agua grande con gas 4€. En Roma los precios de la comida no son nada caros, el problema viene con el cubierto y las bebidas que es donde más te sablan.
Después de cenar dejé a mis padres en el hotel y nos fuimos a pasear por Roma de noche. La ciudad toma otra magnitud cuando es de noche y es preciosa. A todo el mundo le recomiendo que haga la ruta otra vez para ver todos los monumentos iluminados es precioso. El metro funciona en sábado hasta la 1.30h y el billete sencillo vale 1€.
Jo tinc molt pendent anar a Roma!! Deu ser impressionant amb tants monuments… i amb lo dels gelats ja m'has convençut 😛
A tu et funciona lo de tirar la "monedica" a la Fontana di Trevi, no?
😉
Je, je! De momento a mi parece que me funciona. A ver si hay una cuarta vez! 😀
Certament es una ciutat entranyable, jo crec que també hi hauria de tornare.
Ja saps, sempre pots portar a la Miriam! 😛
Lo que realmente si vais la mejor semana es la del 15/8. Hace mucho calor pero casi todos los romanos se van de vacaciones y fuera de las zonas turisticas te encuentras solo. Una gozada. A demás sueles encontrar más gangas de hoteles en esas fechas. Yo las dos veces anteriores fui en esa semana y esta vez lo he notado… menudo gentío! Que agobio de gente.
Quins gelats! He sabut del blog pel FB! T'he enllaçat a Lavueltadelos25.com! Molts petons! Que vagi molt bé!!!! BUona fortuna!!!
A mi Roma em va encantar!!! Tinc pendent de anar-hi una segona vegada amb l'Oriol, si més no ja tinc la guia per anar somiant!!! jejeje